Al Hakam Morilla Rodríguez | Jueves 28 de mayo de 2015
Nuestro Pueblo, tierra de contrastes. "Es fuego con nieve, el andaluz", decía Cernuda. Nevadas sierras y playas, bosques y subdesiertos, frutos tropicales cultivados, antiguos glaciares... La pira inquisitorial, mediática ahora, antaño provocaba el jolgorio del populacho pasándose la fresca bota de vino; hoy ante la pantalla televisiva y una helada cerveza se anestesian, se alienan las conciencias.
Se celebra el 31 de mayo una asamblea en Ronda, con la mejor intención de revivir el espíritu de la organizada en 1918 por Blas Infante. Pero los tiempos cambian por desgracia a paso de cangrejo, en ciertas ocasiones hacia situaciones regresivas.
En aquella histórica Asamblea rondeña infantiana la soberanía representaba el eje vertebrador. Se alude a nuestra milenaria Nación como 'país' y 'nacionalidad', se arremete contra el 'centralismo', ante la Sociedad de Naciones se demanda autonomía no para región alguna, sino para 'la Patria Andaluza'. En 1918 se salvaguarda nuestra identidad con menos complejos, medrosas cautelas y ambigüedades que en la actualidad. En este nuevo milenio la administración española, desde Sevilla o Madrid, se permite ceder soberanía al Estado foráneo vaticano incautándose la Mezquita y la Giralda, símbolos universales de Andalucía, mientras se pasean desaprensivos políticos de partidos imputados por corrupción, incluso saqueadores de lo público, y aquí paz y después gloria.
En este trágala colectivo sin empacho ni memoria tampoco importa descoyuntar nuestra conciencia, tensando la Garrucha, al otorgar público reconocimiento a algunos profesionales adscritos al aparato docente colonial españolista. Normal. No duelen prendas si se nos agarrota con el Potro de tormento de la inducida desculturización nacionalcatólica. Tranquilos. Da igual encalomarnos con el instrumento de tortura de 'la Pera', en forma de una falsificación sistemática del autóctono Legado andalusí, extranjerizándolo como árabe. Lógico. Condenarnos al ostracismo o demonizarnos con el nuevo Cinturón de san Erasmo mediático, desgarrándonos el alma. ¿Y qué...? Nos pueden aherrojar con el cepo de la indiferencia mientras nos clavan en la Cuna de Judas del odio racista cínico o solapado. Sin problema.
Nada de esto debe sorprendernos en nuestros días. Aquella Asamblea de Ronda de hace una centuria se celebró en el Círculo de Artistas, se abría con sensibilidad hacia la creación, a la belleza, al amor. Por el contrario, la presente... ¿se puede convocar en el antiguo Convento de los Dominicos fundado por los “reyes católicos”, justo en el mismo lugar sin luces sede de la Orden de Predicadores, los principales artífices de la Inquisición?. ¿Carencia de sensibilidad o desconocimiento histórico sobre dicho ex convento?. Tal vez ni se lo han planteado. En Ronda hay edificios, hoteles, colegios, que no ofenden a nuestra Memoria de andaluces.