Opinión

Errores y temores ante el cambio político

José-Tomás Cruz Varela | Martes 09 de junio de 2015
Todos los que afirman trabajar por y para el pueblo como principal ocupación, conocidos con el nombre de políticos, han logrado conseguir, al menos en España, que sea la profesión más desprestigiada y denostada del país, quienes curiosamente, cuando intervienen en alguna de las múltiples tertulias de debate político y se aborda el tema de la corrupción, son los primeros en abominarla y condenarla, presentándose como denodados adalides contra semejante lacra. Por citar un ejemplo reciente, fuimos cientos de miles los españoles que aplaudíamos a Francisco Granados (PP), destacado miembro del Gobierno de la Comunidad de Madrid y seleccionado por la prestigiosa Head Hunter , Esperanza Aguirre, por su énfasis a la hora de denostar y descalificar las tremendas corruptelas de los socialistas andaluces, para terminar con sus huesos en la cárcel como máximo responsable del “Caso Punica”.


Actualmente, si existe algo sobre lo que los ciudadanos deploren conversar y opinar es precisamente sobre nuestros políticos, parte de los cuales en efecto se dejan la piel pero para no perder el poder, mientras que la lucha de los restantes es para conseguirlo. Infinidad de servidores de la Patria pertenecientes a varias CC.AA. y miles de municipios, comprobarán con dolor y crispación como pierden sus canonjías al ser cesados en sus puestos, diciendo adiós a sus sustanciosos sueldos, secretaria, despacho, coche oficial, etc, unido al complemente que presuntamente les proporcionaba la consentida corruptelilla con la que se pagaba la hipoteca, vacaciones y el colegio ingles de los chicos y la universidad privada de los mayores y algunas cosillas más…


En esta ocasión y a la vista de los resultados del 24-M, sucederá Todo lo contrario de lo ocurrido en el 2011, siendo los peperos los mas (merecidamente) perjudicados, quienes primero con sus compañeros de sufrimiento y a continuación con sus respectivas familias, podrán a parir a Rajoy, Sáenz de Santamaría, Cospedal Garcia, ministros culpables, más un largo de etcétera de Florianos y similares, por la debacle sobrevenida y no haber sabido aprovechar la incomparable ocasión que les brindó y desperdiciaron los cuatro años de legislatura con aplastante mayoría conseguida.


Con independencia de que el contrato del eterno asesor del PP, Pedro Arriola, y más concretamente de Mariano Rajoy terminará en diciembre del 2015, retribuido con 600.000 anuales, prácticamente apartado de sus funciones desde hace varios meses, sabe perfectamente que los errores cometidos por el presidente, en parte por sus erróneos consejos durante la presente legislatura, el problema no se va a solucionar en seis meses, ni dispone de estrategias para evitar el desastre de las próximas generales, con lo cual, obviamente, ha preferido ceder los trastos a Narciso Michavila y su equipo para que se coman el marrón, dejando u muy claro que é ya no ha participado en las ultimas dos campañas y salir por la puerta grande.


Por su parte, los socialistas, están demostrando no haber asimilado todavía las sandeces de todo tipo cometidas por el innombrable Rodríguez Zapatero, experto coleccionista de despropósitos y reputado “contador de nubes”, auténtico responsable de haber entregado a los populares la mayoría absoluta obtenida. Todavía son millones de españoles los que tienen gravada su bobalicona sonrisa en el viaje a USA para fotografiarse con Obama, acompañado de sus nenas ataviadas con góticas vestiduras. Su predisposición a hacer el ridículo es única en los anales de la Historia de España paralelamente a sus decisiones políticas sobre las cuales los mejor es observar un discreto silencio. Lo que resulta inexplicable es como todavía se presenta en ciertos cenáculos y actos públicos del PSOE.


Como siempre, lo suyo es buscar culpables, que lo sean o no es lo de menos. La cuestión es encontrar razones y argumentos para salir del paso, y en esta ocasión la justificación son las incorporación de las dos formaciones emergentes, concretamente Podemos y Ciudadanos.


Sobre los primeros, la mayoría de los ciudadanos solo conocemos a su líder, Pablo Iglesias, de verbo fácil, delgado, pecho hundido y gran frondosidad capilar, que con mayor o menor fortuna imitan muchos de sus seguidores. Lo suyo es reconocer que liderando Podemos y sus círculos, unido a las llamadas marcas blancas o franquicias, sin haber obtenido en autonómicas y municipales el porcentaje de votos esperado, no es menos cierto que pactando con el PSOE y otras formaciones, podrá transformar el panorama político de este país, aunque sea a golpe de retrotraernos a ideas y vivencias del siglo pasado. Para algunos, los más jóvenes, las mayorías absolutas no son buenas, propician los abusos y favorecen la corrupción. Para los menos jóvenes, reconociendo que los cambios suelen ser positivos, no es menos cierto que el patio pátrio no está precisamente paraduchos experimentos, de los que guardamos amargos recuerdos. Sobre el desaparecido Monedero, sus andanzas son de sobra conocidas y criticadas, algo similar aunque a menos escala de lo sucedido con el redicho Errejón que tampoco merece profundas reflexiones. Sobre el resto, fácilmente podría afirmarse que son perfectos desconocidos.


En lo que respecta a Ciudadanos y reconociendo sus valores y crecimiento de los últimos meses a costa de descontentos y fugados del PP, sus fervorosos seguidores iniciales comienzan a desconfiar y criticar alguna de las frivolidades de Alberto Rivera, como por ejemplo el difundir ciertos acuerdos en los medios sin haber sido tratados previamente en el seno de el partido. Igualmente recelan a que les puede llevar y favorecer de cara a las generales, las negociaciones a dos bandas con el PP y PSOE. Cabría también interpretar que tras tres décadas de alternancia en el poder, PP-PSOE, a los españoles nos resulte incómodo e incomprensible este cambio de cromos, que tal como se ha descubierto, muchos de ellos se están materializando a través de ocultas negociaciones, que para nada coinciden con la claridad prometida e incumplida por todos los partidos.


Tanto enjuague y trilerismo disgusta más que gusta, fomenta la desconfianza y genera muchas dudas. Todos interpreten que tienen derecho a una ración de poder superior a la que se les pretende otorgar, y eso, por experiencias anteriores sabemos que solo fomenta el odio y provocará enfrentamientos. ¿Será ese el eficaz método de los políticos para demostrarnos la gran preocupación que sienten por la sociedad?. Con todo el respeto, las dudas son infinitas, desconfiando que la codicia y ambición de la clase política puedan terminar con la prosperidad alcanzada, que si bien para muchos puede resultas escasa y con razón, pero no es eso lo que nos estamos jugando, sino el futuro que podamos legarle a millones de jóvenes de este gran país llamado España.


Nuestra obligación es intentar no caer en la celada de pensar que con cantos de sirena, vacuas promesas y falsedades podremos situar a España en el lugar que le corresponde y merece. Los sociedad demanda y con todo el derecho que los gobernantes actúen con criterio y naturalidad, mirando al futuro pero con honestidad y sin fantasías. Para lograrlo muy posiblemente habrá que cambiar gobiernos y personas. Utilicemos y perfeccionemos nuestro sistema electoral democráticamente y adecuándolo a momento actual. Sin la menor duda el beneficio será común. Refórmese lo que proceda y sea totalmente necesario, pero no caigamos en la demagogia y el revanchismo de cargarnos todo lo anterior por el mero hecho de que sean otros quienes asuman el Gobierno de la Nación.