Opinión

Marcas (electorales)

Rafael Sanmartín | Martes 16 de junio de 2015
Hay que ver lo que vende una marca bien posicionada! Sin embargo, con todo y con eso, la mayor multinacional de alimentación -que, por cierto, no produce ningún alimento, “sólo” es la mayor productora mundial de bebidas gaseosas- tiene claro y lo guarda escrito en su archivo, que seis meses sin publicidad harían bajar sus ventas al diez por ciento. Estrategias de mercado, dónde los políticos han demostrado ser los mejores propagandistas, por lo bien adornado del humo puesto en venta. Seguir a un partido no debería asimilarse a seguir a un equipo de fútbol. La racionalidad exigible presupone profesar una ideología, al menos una idea. A un partido político no se le debería seguir por simple simpatía transmutada en fidelidad, ni por atractivo de un líder, ni por discurso, ni siquiera por sus siglas cuando las siglas difieran de lo que deben representar. Las defensas ultra-numantinas vistas en recientes campañas, sólo pueden explicarse en lamentable fanatismo, o en el mucho más peligroso interés crematístico.

Todavía se mantiene la condena al PA por un pacto sin el que la autonomía andaluza sería del 143, además de íntegramente firmado por los críticos un mes después. Endeblez de unos y poderío inigualable, fuerza propagandística de otros, que para algo fueron formados en la escuela post-goebbeliana. En el fondo cuando se combatía aquel acuerdo y se sigue combatiendo hoy, se combatía y se combate el coraje y el sacrificio empleados para sacar Andalucía de la “segunda división”, en la que siempre nos han querido tener y debajo de la cual nos mantienen y nos quieren seguir manteniendo, pese a una victoria histórica -la única en el mundo- del 93% sobre los votos emitidos.

Hoy, los pactos de Ciutadans dejan pequeños todos los pactos anteriores, como la caída del PP ha dejado pequeña la debacle del PA, pero al segundo lo salva, de momento, su posición económica y su suelo de votantes a nivel estatal; para el otro caso, “l´oxígen catalá” se evapora en acuerdos menos criticados, pero mucho más perjudiciales y de muy difícil comprensión, si no inexplicables, salvo por el reparto de despachos; y lo que se creó para reanimación de la desfallecida gaviota, ya no podrá ayudarle, porque pronto acabará bajo las alas del depauperado pájaro. Problema de marcas: la que el PA nunca supo hacerse, la que Ciutadans ha quemado en fuego de artificio, o la que el PP ha masacrado con su inútil servilismo al dios “money” y al aún más poderoso “guardián” del dinero. Entiéndase: inútil para los demás. Los serviles tienen reservados puestos -es decir, sueldos- en eléctricas, bancos y otros órganos transnacionales.

La política de los partidos no debería ser seguida por una mal entendida fidelidad a sus siglas, pero menos aún a sus dirigentes. La pasión del deporte no debería extenderse a la vida cotidiana. Ya Bizancio tuvo que cerrar el Estadio para vencer al extremismo, que acabó con varios miles de vidas y debilitó al Imperio. La política no debería ser un juego de simpatías, salvo ausencia de personalidad o coincidencia material con los responsables, pero eso conlleva compartir la responsabilidad aunque no siempre el beneficio.