Nicasio Marín | Jueves 25 de junio de 2015
Antes de la Agricultura y la Ganadería –intervenciones humanas “no naturales”- la expectativa de vida para más del 90% era inferior a los 40 años. La leche materna es el único alimento natural para el hombre –lactante, claro- salvo las setas y frutos del bosque. La industria alimentaria domina claramente nuestra alimentación: bajos precios relativos (en zonas de salarios escasos) y mayor durabilidad.
Los animales que comemos se alimentan en granjas cerradas en su mayoría con piensos que a veces contienen cosas que ellos no comerían (desde plumas de aves a restos de pescado, incluso les hicimos caníbales cuando las famosas “vacas locas”) fortificados con antibióticos, anabolizantes u hormonas.
Los vegetales se cultivan con fertilizantes (N,K,P…), herbicidas y pesticidas. Desde hace años se han modificado genéticamente ciertos cultivos masivos (ej, granos, patatas…).
Aún hoy se logran pescados y mariscos salvajes, en pesca extractiva, pero cada vez más proceden de acuicultura (como las granjas de tierra, pero en el mar –lubinas, doradas- o los ríos –salmones, truchas, esturiones, angulas…) y se les alimentan con piensos adecuadamente formulados.
Muchos alimentos “preparados” contienen grasas hidrogenadas que modifican su textura y los hacen atractivos al paladar y perdurables (ej, bollería, pastas, lasagnas, pizzas…)
Todo “esto” (en realidad una continua modificación sobre “la natural” actividad de agricultura y ganadería) ha permitido dar de comer a miles de millones de personas, pero nos ha traído desde resistencias a los antibióticos hasta alteraciones medioambientales, o intoxicaciones y enfermedades diversas, incluido obesidad y sus efectos.
Existen opciones “alternativas” que ganan gradualmente adeptos pero algunos sacan provecho presentando alimentos como orgánicos, naturales, ecológicos, sugiriendo que son “buenos”, virtuosos, creando expectativas no siempre razonables y casi nunca científicas, pero aumentando siempre el precio ostensiblemente.
“Orgánico”, sólo permite un mínimo de antibióticos, pero no la modificación genética.
“Sostenible”, sin efectos nocivos en el medioambiente o en las poblaciones salvajes.
“Humanamente”, considera la calidad de vida de los animales.
“Justamente” para un buen precio a los productores de países en vías de desarrollo.
“Localmente” se gastan menos recursos y energía en el transporte.
Lehninger, A. “Nada –ni la magia, ni el vitalismo, ni el veganismo- puede hacer que el ser humano escape a las inexorables leyes Termodinámicas” (Text book on Biochemistry 2010)
Grande Covián, F. Nutrición Y Salud. “El único alimento que no engorda es aquel que se queda en el plato”..
McGee H. Enciclopedia de la ciencia y la cultura de la comida. 2008; y Keys to Good Cooking, 2011.
Hitler, A. era un vegetariano convencido, con una cocinera vegetariana (fraülein Manzialy) y llamaba “comedores de cadáveres” (cadaverfressen) a sus colaboradores cuando se irritaba.
El amor a las vacas en la India no se correlaciona con el amor a los hombres ni expresa un sentimiento de bondad con los animales (castas, intocables, violencia de género…), obedece más a la reencarnación budista.
El creador del vegetarianismo de la Edad Moderna ( Graham, S.) atribuyó el diluvio universal al castigo de Dios por la atroz violencia, maldad y los crímenes que relacionaba con el consumo de carne .
Ningún alimento –o combinación- conocido hace a las personas sabias y buenas. El filósofo Feurbach L., atribuyó a la “sangre de kartoffen” –por el exceso de su consumo, el fracaso de la revolución alemana de 1848.
Final: es razonable actualmente ser escéptico, pero no cínico, respecto a lo que nos aseguran los productores; y elegir adecuadamente y hacerlo bien, pero no “creyentes” ni apóstoles de la protesta contra el orden establecido mediante una alimentación llena de virtudes…inexistentes.