Juan Megino | Domingo 04 de octubre de 2015
Seguramente muchos catalanes estaban deseando la celebración de las elecciones del pasado 27 para tratar de salir de la situación de indefinición que venían padeciendo. En efecto, 3 elecciones autonómicas en tan solo 5 años en aquella Comunidad han debido producir no sólo cansancio sino también hartazgo, máxime cuando han sido años de desgobierno, con el único horizonte programático, de muchos dirigentes catalanes, de la separación del resto de España. Los demás ciudadanos, no catalanes, también hemos estado pendientes, hasta el último momento, para ver si se clarificaba, de una vez, el problema catalán para tranquilidad de todos.
Las elecciones no han despejado el panorama. Quizás todo lo contrario. Bien es verdad que algunas conclusiones pueden sacarse de las mismas. El bloque separatista no ha conseguido su objetivo de obtener, conjuntamente, una mayoría absoluta que le hubiese dado alas para seguir hablando de independencia, fuera ó no legal. En el bloque constitucionalista, el gran vencedor ha sido Ciudadanos, grupo al que hay que felicitar, lo que le ha permitido convertirse en la segunda fuerza política en Cataluña (y quizás en la primera si Convergencia y Esquerra hubieran concurrido por separado) pero aún muy lejos de poder ser Gobierno. El PP continúa en su línea de ser irrelevante en Cataluña, en clave autonómica, obteniendo un resultado a nivel de 1999. Algo semejante, o peor aún, le ha sucedido al PSOE, por más que sus dirigentes quieran “vender” que han mantenido el tipo. Para muchos ha sido motivo de alegría el mal resultado de la marca blanca de Podemos.
¿Y ahora qué? Lo primero será formar un Gobierno y nombrar un Presidente y aquí empiezan a surgir los problemas. El Sr. Mas lo tiene complicado por la posición manifestada por la CUP, grupo de ultraizquierda y antisistema, y en segundo lugar por los problemas con la Justicia del Sr. Mas, a consecuencia de su imputación por la convocatoria del referéndum del 9 de Noviembre pasado, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional. Los cargos que se le imputan son graves. Desobediencia, obstrucción a la Ley, prevaricación y malversación de fondos públicos, son lo suficientemente importantes para intuir, si al final es condenado, que será cuando menos inhabilitado para ostentar cargo público durante una serie de años. Sin embargo, teniendo en cuenta la lentitud de la Justicia en España, cabe pensar que pasará una serie de años antes de la sentencia definitiva, y mientras tanto ¿qué? Lo cierto es que va a continuar la inestabilidad política, no solo en Cataluña sino también en toda España, abocados como estamos a unas elecciones generales en Diciembre, de incierto resultado.
Mientras tanto ¿qué pasa con el Gobierno de los catalanes? ¿Quién resuelve sus problemas? ¿Va a continuar por los mismos derroteros el 48% del electorado que quiere separarse de España? Demasiadas interrogantes para vivir tranquilos.