Opinión

El programa de Pedro Sánchez

Juan Megino | Lunes 25 de enero de 2016
En el momento en que escribo mi colaboración semanal, no conozco el resultado de las entrevistas mantenidas por el Rey con los representantes de las fuerzas políticas que obtuvieron mayor representación en las elecciones del 20 D. En consecuencia, desconozco a quién de ellos propondrá para que consiga formar Gobierno en la sesión de investidura, para la cual aún no hay fecha cerrada. La lógica democrática y la tradición en las sucesivas Legislaturas desde la transición, dice que este encargo debería recaer en el Sr. Rajoy como líder del PP, la formación mayoritaria en las elecciones.
Lo que viene sucediendo, desde hace poco más de un mes en que acabó el escrutinio, habla de que, si se produce el encargo al Sr. Rajoy, su iniciativa de investidura será rechazada en una primera votación. Sólo con los votos favorables del propio PP, el Foro de Asturias y la Unión del Pueblo Navarro y la abstención de Ciudadanos, e incluso con el voto favorable de estos, sería una cantidad insuficiente para lograr la mayoría necesaria. Lo que una parte importante de la sociedad española, colocada en la moderación, desearía, de un gran pacto constitucionalista, con una coalición de Gobierno PP, PSOE y CIUDADANOS, representantes de las tres cuartas partes de la Cámara, que podría auspiciar, con las necesarias renuncias de unos y de otros, encarar de frente y con una amplia mayoría, las reformas que España necesita, no se va a producir. El Sr. Sánchez viene oponiéndose desde el primer momento a esta opción, y todo por su enorme ambición por alcanzar la Presidencia del Gobierno de España, pese al enorme varapalo que recibió su Partido el 20 D.
El único programa del Sr. Sánchez, es desbancar a toda costa al Sr. Rajoy y al PP, pero ignorando y despreciando a los más de 7 millones de electores que otorgaron su voto a dicho Partido, desde un aparente odio visceral.
Para lograr su objetivo, el Sr. Sánchez está dedicado exclusivamente a convencer a grupos políticos situados a su izquierda, nacionalistas, independentistas, comunistas y exsocialístas situados en la órbita de Podemos, interesados en destruir todo el entramado del Estado que nos dimos allá por 1978. En este objetivo, todo son prebendas para esos grupos, y eso de las conocidas. Atentos al gran precio que va a cobrar el PNV por su apoyo. Desde la cesión de Senadores para poder integrar grupo en la Cámara, con los consiguientes beneficios, hasta ofertas de un supuesto federalismo (que ni él mismo se atreve a explicar en qué consistiría) y aún a sabiendas de que ello implicaría una modificación de la Constitución que, en pura lógica, sería vetada en el Senado por la mayoría del PP. Todo ello, parece importarle poco al Sr. Sánchez en su ceguera por alcanzar el poder, con el beneplácito final de los barones del PSOE, aunque, de puertas hacia fuera, parecen oponerse. En ese camino frenético emprendido, el Sr. Sánchez ha comprometido derogar leyes implantadas democráticamente, como la Reforma Laboral, la Ley de Educación o las mínimas modificaciones introducidas en la Ley del aborto, solo por citar las más importantes.
No se puede esgrimir como argumento simplista, por el Sr. Sánchez, que los españoles quisimos un cambio el 20 D. De ser así, no sería teniendo al frente del mismo al PSOE, con el peor resultado de su historia.