Opinión

Nuestra responsabilidad como nacionalistas

Pedro Ignacio Altamirano | Lunes 02 de mayo de 2016

Andalucía se encuentra, de nuevo, en la encrucijada. Un tiempo nuevo. Por tanto, extraño, convulso, a veces con la sensación de pérdidas, de desorientación y falta de ilusión, más, ante la mediocridad de la política actual, en manos de políticos aún más mediocres. A la vista está el desastre de la política española, incapaz de ponerse de acuerdo en nada, más pensando en sillones y beneficios personales, que en dar soluciones a los problemas de la sociedad. Para colmo, Andalucía sin voz, desaparecida de cualquier debate, a pesar de contar con 62 diputados de debieran representar nuestros intereses.
La Nación Andaluza no tiene peso alguno en el actual Estado español. No importa a nadie, a no ser en tiempo electoral. Entonces sí, todos los partidos, sacan las cañas de pescar y ponen los mismos cebos añejos, rancios y carcomidos por las mentiras, con el único propósito de pescar cuantos más votos mejor, meterlos en la canasta, y salir corriendo hacia Madrid donde son venidos al mejor postor. Esto no puede, no debe seguir ocurriendo, ni ahora, ni nunca más. Lo más grave es que todo esto, ocurre con el consentimiento explícito de los andaluces, que entran sin rechistar en el juego voto x limosna, impuesto desde hace ya décadas.
El pueblo es culpable, como todos los pueblos de lo que le ocurre “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen” y esto es incuestionable. Lo que no lo es tanto, es la culpabilidad de este desastre en origen, y esa responsabilidad cae, sin duda alguna, en el nacionalismo andaluz. El nacionalismo andaluz, ASA – PSA – PA, ha ido jugando al fácil juego del personalismo, de la venta fácil de las migajas de poder a cambio de un sillón, y olvidándose de la responsabilidad que tenía contraída con el pueblo andaluz. Cuando nombro siglas, no nombro a las siglas, ni a los militantes que representan, sino a los pésimos dirigentes que, uno tras otro, ha llevado al fracaso más sonoro y duro del nacionalismo andaluz, hasta conseguir que, el pueblo andaluz de la espalda al que debiera ser su partido.
Esta es la triste realidad del nacionalismo en Andalucía. Una realidad que debe cambiar para que cambie la realidad andaluza. El nacionalismo, los nacionalistas no pueden seguir consintiendo este desastre nacional. Nuestra obligación es cambiar, para que Andalucía cambie. Para ello, lo primero es sacar el orgullo, arrojar los personalismos fuera de proceso, retomar el camino de la identidad y la cultura como germen de nuestro reconocimiento como pueblo y como Nación. Recuperar el orgullo personal y colectivo como andaluces. Ello conlleva una tremenda responsabilidad. No es reconducir el nacionalismo andaluz, no se trata de refundar proyectos fracasados, es mucho más, supone la fundación del verdadero, libre, sin complejos nacionalismo andaluz que nunca tuvo Andalucía. Ya es hora.
Todo ello nos llena de responsabilidad y de compromiso. El nacionalismo andaluz no puede volver a caminar por los senderos de fracasos pasados. Volver a los mismos errores con las mismas personas, sería volver a fracasar y lo que es aún peor, volver a defraudar a los andaluces.
El nacionalismo andaluz debe reconocer de una vez, que antes que andalucistas, hay que ser nacionalistas. El andalucismo da nombre a un sentimiento andaluz que puede ser, es asumido por todas las fuerzas política estatales. Todos los andaluces son usuarios del andalucismo. Cuestión nada criticable, todo lo contrario, pero que ha ocultado al verdadero nacionalismo. Una cosa es el sentimiento andalucista, y otra, muy distinto, la política y las alternativas nacionalistas. Es hora, una vez constado el fracaso político del andalucismo, de dar paso, de apostar por el camino del nacionalismo.
Ante todo, debemos separarnos todo lo posible de las propuestas añejas, pasadas y fracasadas que significan las formaciones estatales que representan PP, PODEMOS, PSOE, CIUDADANOS, IU… Ninguna propuesta que venga desde la mentalidad estatal, por muy de blanco y verde que venga, son solución alguna para el futuro de Andalucía, ya que no creen en el nacionalismo como propuesta. Por tanto, reconocer la incompatibilidad del nacionalismo andaluz, con el estatalismo, es otro de los fundamentos básicos. Pactar en cuestiones puntuales, siempre en beneficio de Andalucía es una cosa. Caminar juntos, confluir, pactar listas electorales, gobernar, o permitir el gobierno de fuerzas estatales, es un error que, por mucho que intenten justificar, los que siguen dispuestos a vender la bandera a cambio de un sillón, no puede volver a repetirse bajo ninguno de los conceptos. El andalucismo se vendía a las primeras de cambio hasta perderlo. El nacionalismo no debe venderse bajo ningún concepto.
El nacionalismo debe comenzar por reconocer el siglo en el que vive, en la sociedad que vive. Por ello luchar por una independencia total de Andalucía, elemento esto que seguro contrae controversia y debate, del futuro Estado confederal español, es más una utopía a largo plazo, que una meta a corto y medio plazo. Perder energías en tal utopía, solo nos alejaría del verdadero propósito que debe movernos a los nacionalistas del siglo XXI, solucionar los verdaderos y graves problemas de Andalucía y de los andaluces, desde un verdadero Estado Andaluz.
Debemos reconocer que somos un país, ya que este es el grupo de personas con una historia y una cultura que los une. Andalucía es uno de los países con más señas de identidad del mundo. Del mismo modo tener claro que ya somos una Nación y como tal reconocida como nacionalidad histórica, en nuestro estatuto aprobado en 2007. Recordar que un 4 de diciembre de 1977 y un 28 de febrero, el pueblo andaluz, fue el único en aprobar su estatuto en referendo. Por todo ello, Andalucía es ya, por sí misma, un cuerpo federado al Estado español. Pero eso no debe llevarnos a confusiones. Esta es la trampa en la que, los partidos estatales y centralistas, hacen caer al pueblo. Somos un País. Somos una Nación federada a Estado. Eso es incuestionable.
Ese no es el fin último por conseguido. Los nacionalistas andaluces aspiramos a lo que en verdad nos falta, a los que en verdad nos dará la independencia. Aspiramos a construir el Estado Andaluz. Esto deja claro que no aspiramos a una Andalucía incardinada en un Estado Federal, que ya somos, sino a un Estado Andaluz, en un Estado Confederado. Esta distinción entre lo que ya somos, federados, a lo que en realidad perseguimos, la confederación, es la diferencia entre al andalucismo y el nacionalismo. Un Estado Andaluz, en un Estado Confederado con las demás naciones de la península.
Desde ese punto inicial, el renunciar en principio a una independencia que ya se reconoce desde el 28F, y comenzar a construir el verdadero Estado, es el verdadero esfuerzo y objetivo que nos debe conducir al verdadero cambio que Andalucía necesita. Una construcción del Estado que nos dote de todo el ámbito competencial en todas las áreas de las administraciones de un estado. Una Justicia y una institución penitenciaria andaluza independiente de Madrid. Una Educación y Universidad por y para los andaluces independiente de Madrid. Servicio de Salud, políticas propias en infraestructuras, administración territorial, puertos, agricultura, comercio, industria, medio ambiente… y lo más importante para hacer realidad todo el Estado Andaluz, una hacienda y fiscalidad propia. Solo de ese modo podremos ser los verdaderos artífices de nuestros destinos, lejos de los intereses de partidos estatales que nos tienen en la ruina y la pobreza.
Para un Estado Confederado, hace falta naciones independientes que, de forma libre decidan confederarse con otros pueblos hermanos. En ese aspecto, los andaluces somos un ejemplo de unidad tal y como recoge nuestro himno, también secuestrado por el Estado español, cuando reconoce en su texto el “por España y la humanidad” en vez del original y que cantamos los nacionalistas “por los Pueblos y la humanidad”. En el secuestro y sustitución de “por los pueblos, por el de España” queda reflejado la intencionalidad manifiesta del carácter confederal, el origen, del verdadero nacionalismo andaluz… “por los pueblos y la humanidad”. Ningún problema en confederarnos de forma libre e independiente con el resto de naciones de la Península, pero nunca en un Estado federal español, al que ya estamos federados con tan malas consecuencias como las actuales.
La construcción del Estado es una ardua y difícil tarea que nos implica a todos. La Política, la cultura, los agentes sociales, sindicatos y el sector empresarial y productivo, son los cimientos que deben construir y dar fortaleza al Estado. Nadie debe quedar fuera de este esfuerzo colectivo. Pero del mismo modo, ningún agente no nacionalista, debe participar del proyecto. Para ello, el Partido Somos Andaluces por Andalucía y los pueblos, Partido Nacionalista en estado puro, ha puesto la primera piedra con la firma del importantísimo “Pacto por la identidad andaluza” con el prestigioso Instituto Almenara.
El 23 de abril, en Málaga, se firmó dicho acuerdo entre dos de los cimientos necesarios para el verdadero proceso constituyente. Del mismo modo, se lanzó el llamamiento a las demás fuerzas políticas nacionalistas, sindicatos, y demás agentes, a la firma de dicho pacto. En breve se verán reflejada las firmas de los primeros agentes comprometidos con el proceso, y se podrá poner la primera piedra del futuro andaluz. Un Estado Andaluz construido por y para Andalucía y los andaluces, sin contaminación alguna de partidos de ámbito estatal, por mucho que se intenten camuflar. Esto debe quedar muy claro. Ninguna fuerza que tenga su jefatura lejos de Despeñaperros puede participar.
Ha llegado el momento del nacionalismo andaluz. Del verdadero nacionalismo andaluz. El momento del verdadero compromiso de los nacionalistas andaluces, libres y sin complejos, convencidos de que, la independencia política andaluza, nos hace fuertes. Del nacionalismo que confía en el pueblo andaluz, y que por tanto no es necesario apoyarse, bajo ninguno de los conceptos en fuerzas estatales como pretenden algunos. El momento del cambio andaluz, del orgullo como andaluces, y fortalecidos de nuestra fuerza, conquistar nuestra independencia de una vez por todas y para volver a ser lo que fuimos, la Nación más rica y culta de Europa.