Opinión

Un dedo señalando a un tren

Rafael M. Martos | Miércoles 25 de mayo de 2016

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Se dice que cuanto alguien señala a la Luna, sólo los tontos se quedan mirando el dedo, y algo de eso debe estar pasando en Almería cuando hay quienes están más interesados en una declaración institucional sobre la situación ferroviaria de la provincia, que en los pasos para resolverla.

En menos de dos meses tenemos el anuncio para el cambio a muy corto plazo del tren, que permitirá el ahorro de tiempo, que sea accesible para todas las personas, y que sea considerablemente más cómodo. También se le ha dado el visto bueno –a falta del respaldo imprescindible de la Junta de Andalucía- al soterramiento del paso a nivel de El Puche, la rehabilitación de la antigua estación del ferrocarril.

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Ahora bien, eso no impide que sigamos preguntando por qué en cuatro años de gobierno del Partido Popular, no se ha hecho prácticamente nada en relación a las obras del tren velocidad alta, y nada respecto al paso a nivel de El Puche. Como cabe preguntarse si ha servido de algo más que para una mera justificación electoralista las adjudicaciones que hicieron los dos gobiernos del PSOE que le precedieron.

Hemos visto –un logro atribuible a la Mesa en Defensa del Ferrocarril- la unidad de todos los partidos políticos en la reivindicación de mejoras, tanto al gobierno español como al andaluz, por lo que la polémica sobre la declaración institucional en la Comisión de Fomento del Congreso es un tanto absurda. Lo que no es tan absurdo es el uso partidista que se ha querido hacer falseando los hechos, atribuyendo al diputado Juanjo Matarí (PP) el bloqueo de una declaración que, para empezar no tiene más utilidad que la de existir.

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En el Parlamento de Andalucía se aprobará próximamente una moción en el mismo sentido, y contará con el apoyo del PP, por lo que resultaría incomprensible que un texto mucho más suave que era el de Madrid, fuera “boicoteado”. Y de nuevo la utilidad de estas proposiciones no de ley, cuando estamos acostumbrados al sistemático incumplimiento de lo que en ellas se detalla.

Por tanto, entre lo que teníamos –que era nada- y lo que en muy breve tiempo vamos a tener, parece obvio advertir avances significativos, tan importantes como insuficientes, pero avances al fin y al cabo.

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Enfrascarse en la polémica de las mociones institucionales en vez de prestar atención a lo que realmente se está haciendo (y a lo que no) no deja de ser como ese ejercicio de mirar el dedo que señala la Luna.


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