Rafael Sanmartín | Viernes 22 de julio de 2016
Sorteando bicicletas en nuestro diario caminar, uno se siente justamente perseguido por conservador. Pues no hay nada más antiguo que andar. Y ya lo dejaron clarito preclaros regidores: “lo antiguo es malo”. Todo cuanto parte de ellos es progresista, de izquierda. Y todo cuanto no respete sumisamente sus dictados es regresivo, conservador, de derechas. Así que todo andador asustado y abroncado por la inesperada aparición del ciclista… A estas alturas no debería ser inesperada, pero sí tan impulsiva como sorpresiva; sin el menor respeto al peatón a quien muy raramente cede el paso. Todo lo más lo esquiva, haciendo “eses”. Pero en uno de esos quiebros sortearás otro. Ú otros. Y, si “te toca”, en una cultura que condena la denuncia antes que la falta, en vez de perseguir la agresión al peatón y las carreras de muchos ciclistas, se exigen tangibles pruebas contundentes al agredido. Poco menos que una película grabada con consentimiento del atropellador-carrerista. Clara invitación al abuso de uno, e indefensión del otro. Abuso defendido por falsos ecologistas buscadores de privilegios, legalizado en apoyo a los Ayuntamientos que se habían saltado la ley al más puro estilo “Saló”.
Los creadores del tándem impulsor del pedaleante “ecologismo”, olvidaron lo ecológico y saludable de caminar, y proclamaron “regresivo” y "de derechas" toda oposición a su prepotencia totalitaria -forma más burda, primitiva y dictatorial jamás se había visto- para obligarnos a aceptar una pretendida “progre modernidad” tan sólo existente en su desgastada chistera, frente a la “antigualla” de elementos urbanos, arquitectónicos y ornamentales claramente acordes al estilo creado por la propia ciudad a lo largo del tiempo.
Visto así, la Giralda, el Alcázar, los palacios, las iglesias, los rincones con estilo, las plazas que aún mantienen una temperatura discreta en los secos días de verano... todo eso es "antiguo (y por tanto) de derechas". El rascacielos con el que pretenden romper el perfil de la ciudad "nuevo icono" de esta panda de inigualables catetos, nuevos ricos con el dinero de los demás, es "progresista" y "moderno". Habría que preguntar y preguntarse, quien piensa visitar Sevilla para ver un edificio de doscientos cuarenta metros, y sufrir el calor disparado desde su circular fachada acristalada. Para ver rascacielos la gente va a Kuala Lumpur, Hong Kong, Nueva York o Chicago, como va a Pisa a ver la Torre Inclinada. En cada sitio lo suyo.
Pero quienes, paridos por un mal pacto, se han burlado de la verdad para ensalzar su megalomanía y desautorizar cuanto destruyen, otorgan apellidos como justificantes. Ante tanta estulticia movida por la peor malaleche, habría que admitir que la Giralda es de derechas y la torre Pelli de izquierdas. ¡Pues vaya cuanta izquierda hay en Nueva York! Tanta bien vendida simpleza lleva a concluir que hacer carreras en bicicleta para que los caminantes se vean obligados a sortear ciclistas -y que de vez en cuando le “toque” alguno- es "progresista"... pues andar será "de derechas". Malintencionada simpleza aparte, muy bien un carril para bicicletas; mejor pedalear que contaminar. Pero esa misma regla impide colocar la bici por encima del caminante. Por más ecológico que sea, ningún vehículo es más ecológico que las suelas de los zapatos.