Pedro Ignacio Altamirano | Viernes 05 de agosto de 2016
Nos encontramos en la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga con el escultor almeriense José Leal. Escultor académico sin dejar de pasar lo importante de la investigación y el atrevimiento en las formas, en una época en la que no era nada fácil, y ni menos divertida, atreverse con salirse de ciertos formalismos. Entrar en el currículo de Leal, no es, ni obligación ni de devoción del que les escribe, pues siempre he pensado que, parte del trabajo del que comunica, es “mandar tareas a casa” y que sea el lector y aficionado quien se sumerja en las hoy fáciles, rápidas y gratuitas redes del ciberespacio y rebusque los muchos méritos que dan luz al escultor andaluz, orgullo del arte “Made in Andalucía”.
Nos encontramos con una exposición amplia, con carácter retrospectivo pero, al mismo tiempo actual y “muy moderna” atractiva, atrevida y símbolo de toda una época y estiló que se incardina con los grandes de la escultura andaluza, española y universal. Sin duda ha bebido del mejor arte europeo, de las estructuras del 98, del Novecentismo y de la propia generación del 27, de la que parte todo el modernismo que se refleja en su obra.
Ya no vale, no cabe por el momento, el realismo; hay que investigar a raíz del mismo y estilar formas y figuras. Un comienzo donde el más puro estilo de la abstracción figurativa, a la que de modo personal adoro, que permite trabajar y adentrarse en distintos materiales como la madera, el cemento, a partir de barro, cera, y allá donde permitan ese matrimonio entre el material y las formas. Es ahí donde el creador, en este caso José Leal, se nos presenta como un grande. Nada fácil acertar entre forma y materia, y sin embargo, toda la obra del escultor almeriense presume de la facilidad de elección de acierto, a la vista del resultado.
Andalucía emerge en su obra desde el principio. Es lógico normal y muy andaluz. Los andaluces nacemos impregnados del AND del arte y se nota desde el primer momento. Las formas suaves, definiciones claras, y gracia rítmica se trasluce en ellas, pero rompe y triunfa cuando se deja llevar por el alma mediterránea y se enfrenta a los más cercano.
La música se hace presente en la derivación de la madera del árbol hasta la propia guitarra que nace, recuerdo del cuento “El luthier de venecia”. Las formas de la Guitarra, de los instrumentos de cuerda en general con especial atención al contrabajo, cuentan la misma historia, pues es el mismo impulso, la misma mano la que nos crea, les da vida y luz. Pero la música en Andalucía, en el universo, no existe, no tiene vigencia sino es acompañada por oídos atentos, y no hay mejor modo de reunir oídos que alrededor del buen vino.
La cuadratura del círculo para volver a la esencia. Formas, cuerpos, materia, música, vino, arte y tertulia. Todo en un mismo acto, en una misma exposición que sobrevuela sobre lo más cercano al autor. Un viaje al interior de la historia más actual y viva de un creador de altura, un sendero en el camino hacia la próxima parada, hacia la próxima obra terminada o por terminar, que en esto del arte los senderos aveces sabemos donde comienzan, pero nunca donde terminan.
Esta exposición es por tanto una breve parada en la obra de José Leal, que sin duda continua el mismo sendero que le ha hecho recalar en la Ciudad del Paraíso. Es por el desastre que supone el poco tiempo de exposición la que nos obliga a no demorar nuestra visita y, durante un elegido periodo de tiempo, caminemos por el mismo sendero de este maestro de las formas y materiales que nos honra con su visita.
Noticias relacionadas