Opinión

Catalunya ara O referèndum, O referèndum... i ara qué

Pedro Ignacio Altamirano | Jueves 29 de septiembre de 2016

El Parmamento de Catalunya ha anunciado que convocará un nuevo referendo para la segunda quincena de mes de septiembre de 2017. La intención es que sea negociado con el propio Estado español, pero si este sigue por el camino del no, se convocará de forma unilateral. Nada nuevo si no fuera por lo que, a mi humilde parecer, pudiera haberse abierto la puerta, si algún cambio político se produjera en Madrid, a una oportunidad histórica para realizar un referendo pactado entre ambas partes.
Pero eso era ayer. Tras el desastre, la guerra civil interna entre los dirigentes del PSOE, y si nadie con dos dedos de luces no pone remedio a este desastre, el socialismo español estará fuera de combate por algún tiempo, y lo que es peor, poniendo en bandeja el Gobierno de España a un Partido Popular fortalecido. Por lo que la posibilidad de que sea un referendo pactado con el Gobierno se aleja, y se acerca el momento en el que Gobierno de Catalunya, no tenga más remedio que dar el salto definitivo por el borde del abismo, y rezar que abajo haya agua.
Ha llegado el momento de que se tome una decisión con todas las consecuencias, antes de que la propia ciudadanía catalana rinda armas y se retire de la batalla por la independencia ante las continuas llamadas al combate, para al finar no salir nunca de las trincheras. FEM VIA, ARA ÉS L`HORA, VIA LLIURE y A PUNT.... y si no hay referendo, se corre el riesgo que el lema de la Diana del próximo año sea I ARA QUÈ.
Ni la fecha, ni el sentido del referendo que se acaba de convocar, puede ni debe modificarse bajo ningún concepto. En dicha fecha no solo se decidirá el futuro de Catalunya como Nación, si no la propia credibilidad del propio Gobierno de Catalunya ante su pueblo. El Gobierno de una Nación debe ejercer como tal, sea o no reconocido. Las decisiones del mismo no deben estar condicionadas a ningún otro interés que el de pueblo que le mantiene. Por tanto mientras el Gobierno Catalán siga mirando a Madrid para tomar sus propias decisiones, será imposible que sea reconocido como tal.
No hay más sumisión que la sumisión de la mente, y pudiera ser, que el Gobierno de Catalunya aún no haya roto las cadenas imaginarias que los ata al Estado español, y esas cadenas son la primeras que hay que romper, para conseguir ser libres. Ser independientes para conseguir la independencia.
Por todo ello, no hay otro alternativa que llevar el referendo hasta sus últimas consecuencias, y si el resultado del mismo es lo suficiente claro en favor de la independencia -no vale un voto más de sí que de no, para proclamar una independencia, pues eso solo llevaría a dividir un País en dos-, salir al balcón como hizo Lluís Companys, uno de los líderes de Esquerra Republicana de Catalunya un 14 de abril de 1931 y proclamar “ L'Estat Català, que amb tota la cordialitat procurarem integrar a la Federació de Repúbliques Ibèriques”. Extender la mano al Estado español desde el primer segundo para el reconocimiento mutuo y comenzar el trabajo del encaje de la Nación Catalana, tanto en el Estado español como en Europa.
En caso contrario el objetivo de lograr una República Catalana, incardinada o no en el Estado español, se habrá alejado por mucho, mucho tiempo, quizás para siempre, preso de la falta de credibilidad y eficacia de quién debiera ser el Gobierno legítimo del pueblo de Catalunya.

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