"Antes de que los líderes de masas se apoderen del poder para hacer encajar la realidad en sus mentiras, su propaganda se halla caracterizada por su extremado desprecio por los hechos como tales."
Hannah Arendt.
La historia al repetirse como el ajo termina oliendo mal. Muy mal. El bisabuelo de Felipe sexto, el último rey Alfonso sucumbió en 1923 a la tentación del llamado por entonces 'borboneo', la intromisión del trono en política al liquidar el turnismo bipartidista para dar paso a una dictadura. Cargándose aquella 'democracia' liberal pretendió eludir así la investigación parlamentaria a instancias del Informe Picasso. La iniquidad de la corrupción salpicaba a las más altas esferas cercanas a palacio, envuelta en alharacas patrióticas y un cretino militarismo intervencionista en el exterior (¿les suena...?). Acabaría finalmente aquel pornómano Borbón haciendo las maletas, proclamándose la II República. Resentido y amargado finalizó sus días el nacional-católico monarca en Roma.
La abdicación del rey bis -convertido en multimillonario durante su jefatura del Estado, rodeado de escándalos- impuesto por Franco, en favor de su hijo, pareció dar visos de alguna legitimidad a la monarquía. Se trató de un fugaz espejismo. Al llamar a consultas de nuevo Zarzuela a los mandarines de la partidocracia para proponer lo más probable, formar gobierno otra vez al jefe de campaña durante el apogeo de la Gürtel, se exonera políticamente al inescrupuloso registrador de Pontevedra, incuestionado tanto por el redil de sus vetustos partidarios como por el sicariato ideológico de los 'periodistas' monárquico-papistas en nómina. Se abre la Caja de Pandora hacia una procelosa deriva totalitaria, en medio de una pobreza y riesgo de exclusión social alarmantes (30% en el Estado, casi la mitad de la población en Andalucía). El austericidio prosigue con cinismo implacable, la masiva evasión fiscal impune también. Deben controlar a toda costa el poder judicial, con el fin de escapar indemnes ciertos caciques politicastros a las consecuencias criminales de un saqueo institucionalizado durante décadas.
El monarca ampararía así el golpe de mano, de más que dudosa legalidad, de la jacobina facción rancia de la PSOE, con objeto de acatar el taxativo mandato de la Banca y de los funcionarios germanistas de Bruselas. Hay que continuar expoliando a la sociedad civil sin freno. Al precio en oferta de volatilizar una parte de las bases del partido fagocitadas por Génova, las cuales preferirán el original a la mala copia derechona de los González, Rubalcaba, Vara, Page, Susana y Cía, en próximos comicios. Otro más nutrido colectivo de exvotantes de la finiquitada formación de Pablo Iglesias Posse, se decantarán por su tocayo Pablo Iglesias Turrión. No hace falta ser adivino para darse cuenta: lo gritaban el uno de octubre del oprobio, cuando el Putsh de la Paella, en la misma puerta de Ferraz.
Ya, claro, se afanarán en fabricar encuestas por encargo para presentar unas terceras elecciones como la antesala de un cataclismo en Halloween. Cuentos conspiranoicos inundarán los rotativos. El vergonzante humilladero del entreguismo nos lo pintarán en vano como un signo de 'clarividencia estratégica'. Sin embargo aparentar oposición permitiendo la investidura del exjefe de Bárcenas, representa una tarea tan inútil como grotesca, cual si caníbales animasen alegremente y con ficticia convicción al vegetarianismo.
Basta con ver la pantomima del presidente asturiano de la 'comisión gestora' (de la claudicación), el cual dentro de quince meses cumplirá ¡setenta! añitos. Todo un señor matusalén revitalizador del frente de juventudes sociata, no hay duda. De cabellos azabache postizo con la misma naturalidad en el trágala que el rubio de bote de Susana, la Mataora política, a la que todo el mundo -salvo sus fieles estómagos agradecidos y los peperos entusiasmados con ella- apoda con clara mala uva la Gusana Díaz. Ha caído tan bajo su devaluada marca que ya no la amortiza el mejor 'coach', entrenándola para impostar la voz y aburrirnos con sus histriónicas pamemas de costumbre. Incluso la intercesión de Fátima, Lourdes y Torreciudad juntas se mostraría impotente en maquillar tan pesebrera imagen de verduguilla nacional-católica.
¿Y esta hedionda ciénaga rojigualda, impropia por su infamia de la vieja corrala de comedias de la Pacheca, quieren que se la blanquee la casa real? Si no hubiese una 'oposición' estatal de pega, de regalitos de Juego de tronos y postrada ante los simulacros progres del amigo de Videla Bergoglio... la actual testa coronada seguiría los pasos de su bisabuelo muy pronto, exiliándose a Roma en su postrera Stazione Termini romana, sólo que ahora sin el apoyo de Benito el Duce para sufragar golpes de estado.
El totalitarismo clerical-franquista -o 'consenso'- se ha despojado de sus últimas máscaras. No deja más salida a los Pueblos peninsulares que la ruptura hacia Repúblicas independientes, si no quieren precipitarse hacia una servidumbre mucho mayor... Al dinamitar su propia teatralidad democrática pulverizan su misma constitución. La 'soberanía nacional' ha sido usurpada por avarientas tramas, o redes clientelares, al servicio del lobby extranjero vaticanista. Y los gerifaltes de las camarillas de partidos y de los clústeres mediáticos lo saben, arrodillados, en ominoso silencio o desviando la atención hacia sandeces personalistas.
CONSUMMATUM EST?