El viernes en Almería, Gabriel Amat resultaba reelegido presidente del Partido Popular por cuarta vez, y lo hacía con el 99% de los votos emitidos, dejando claro que es una organización fuerte y cohesionada, en la que solo ha habido contestación en la agrupación de Vícar, que dejó como único rastro 33 votos nulos.
Era viernes por la mañana, y aun así acudieron al Palacio de Congreso de Aguadulce más de 700 compromisarios, y se quedaron hasta la votación casi 600, y eso que su voto ya iba a servir de bien poco porque sólo había una candidatura, porque nadie más había pedido avales, nadie más los había conseguido, y nadie más había superado el trámite previo de que la militancia le votara en cada sede del PP de la provincia. Por tanto, la votación por los compromisarios, con ser importante, era del todo secundaria y siendo día laboral, pues no puede sorprender nada que tanto los asistentes como luego los votantes, se redujeran en relación al dato oficialmente previsto.
Fue el Congreso en viernes porque desde el PP Andaluz querían comenzar por Almería, por ser una plaza fuerte para ellos, un lugar sin tensiones internas como las tienen en otras provincias, una manera de mostrar a lo que otros debían aspirar.
El domingo llegaba el día del PSOE y sus primarias, y el ambiente era radicalmente distinto.
Si echamos la vista atrás, nadie puede dudar que las convulsiones en esta organización comienzan el mismo día en que se les ocurre la feliz idea de impulsar una consulta en la que sean los militantes quienes elijan al secretario general. No vamos a detallar aquí esa historia pero sí a dar un detalle no menor, y es que no hubo primarias para designar al candidato a la Presidencia del Gobierno en las generales de 2004, pues solamente se presentó el secretario general del partido, José Luis Rodríguez Zapatero, que ganó los comicios. No, él no llegó a ese cargo por primarias, y ganó por solo nueve votos a José Bono en un Congreso.
Aunque a simple vista parece lógico que la militancia debe ser quien elija directamente a los candidatos y los responsables locales de las organizaciones políticas, la experiencia viene demostrando que el sistema no funciona. El ejemplo más claro lo tenemos en lo que ha ocurrido este domingo.
Pedro Sánchez ha perdido por dos veces unas elecciones generales, a cual de ellas más estrepitosa, pero por segunda vez la militancia socialista le ha elegido de modo claro como secretario general. Tal vez se trata de un intento de suicidio colectivo… no lo descartaría, porque de otro modo no puede entenderse… desde fuera. Y aunque pueden entenderse los criterios de unos y otros para apoyar a Pedro o a Susana, a nadie se le escapa que esto ha servido para ajustar cuentas… por ejemplo, si a tu hijo le apartan de un puestecito en Sevilla, al calor de la Junta, pues entiendes el no-no de alguno.
Ahora el votante en Almería tiene ante sí un Partido Popular gobernando a la gran mayoría de la provincia en el ámbito municipal, el más votado en generales y autonómicas, y con un liderazgo sin contestación, y al otro lado, a un PSOE partido dos.
Insisto en que ningún demócrata puede considerar inoportuno que las bases decidan, pero lo que está claro es que las consecuencias son electoralmente nefastas. ¿Alguien ve a los socialistas andaluces llevando en volandas a Pedro Sánchez a La Moncloa? ¿y alguien ve a Pedro Sánchez en La Moncloa sin los votos andaluces? Cabe preguntarse entonces qué ha conseguido el PSOE con este proceso, además de desangrarse… porque no sólo ha vuelto a la casilla de salida, es que además se mete una situación igualmente inédita, la de tener a su líder sin escaño y con un grupo parlamentario que puede ser levantisco… y el posible votante sin saber si pactará con Podemos o con Ciudadanos, si se aliará con los independentistas para llegar al Gobierno o no, y todo ello con consecuencias para quienes dirigen ese mismo partido en las distintas comunidades. La situación en quedan grupos municipales divididos por este asunto, como el caso de la capital almeriense, es el menor de los problemas ya que fuera el que fuese el resultado había que gestionar el día después y aún les quedan dos años por delante.
Ahora hay un secretario general que no controla las organizaciones territoriales, pero también agrupaciones que tienen criterio distinto a sus dirigentes.
Las primarias se han convertido en la peor solución para el PSOE. Al menos estas primarias. Antes de poner un arma en manos de alguien, hay que asegurarse que sabe usarla, que conoce las consecuencias, que tanto vale para matar a quien te ataca, como para pegarte un tiro en un pie.