Rafael Sanmartín | Sábado 02 de septiembre de 2017
Especular es alterar artificialmente el valor de las cosas, para obtener beneficio. Alterar un valor artificialmente, para obtener beneficio, independientemente de la cifra. Está claro, pues, que vender a 1’50€ algo que en realidad vale 1€, es especulación. Puede parecer poco. Pero mucha gente subiendo muchas veces el euro a 1’50, desequilibra la economía. La de todos, excepto la de los alteradores (y alteradoras). Otra cosa (y la misma): “oferta y demanda, ley de”, supone un pulso, un “tira y afloja” entre comprador y vendedor. Imponer un precio por posición dominante, lejos de esa “ley” es abuso de posición dominante. Y subir el precio “porque lo sube el vecino”, además de especulación, además de abuso por posición dominante, se acerca peligrosamente al oligopolio, figura delictiva en la Unión Europea, y muy peligrosa dónde quiera que se practique. Es lo que practican los propietarios de viviendas en alquiler: suben precios en función de que otros lo hayan subido. Aunque este último aprovechara un coyuntura especial, única, y, al ser única no sería repetible para el copiador (o la copiadora, que no es una máquina, aunque como si lo fuera funciona).
Exigir y casi siempre cobrar, por el alquiler de una vivienda más de la mitad del salario medio, no es seguir “la ley de la oferta y la demanda”. Es imponer condiciones, amparados en que la mayoría de propietarios también las imponen. Es oligopolio, aunque el Gobierno no lo persiga, y es especulación. Especulación tan criminal y vergonzosa como cualquiera. Que el pecado no está en la cantidad, sino en sí mismos. La suerte, para ellos, es que esta gente, aunque lo digan, no creen en Dios; por eso no les avergüenza lucrarse a costa de exprimir a quien tiene menos que ellos. Especular es especular, sea cual sea la cifra. Exprimir, o extorsionar, es una grave acción que impide el derecho constitucional a la vivienda y pone en peligro la subsistencia y la propia vida de las personas. Da lo mismo que lo practique un banco ó un “honrado padre (o madre) de familia”. El Gobierno con su ley “para la flexibilización del mercado de alquiler”, beneficia al propietario y perjudica gravemente al arrendatario, a quien deja a los pies de los caballos, hasta el punto de hacerlo errante, migratorio, nómada, trashumante, a voluntad del primero. E incita las subidas incontroladas de precios, avivadas por las mal llamadas “ayudas al alquiler”, que quedan en mayor beneficio para arrendadores.
¿Libertad comercial? ¿Libertad de empresa? Muy bien: pues que se trate como empresas a los arrendadores. Que se les obligue a darse de alta y a declarar sus beneficios (la totalidad del alquiler, dado que nada invierten), con total libertad para fijar precios, aunque les cueste años alquilar un piso. Pero siempre que el Gobierno asuma su obligación y ponga viviendas a disposición de las familias, a cifras que no hagan tambalear el presupuesto familiar. Sus medidas “de flexibilización”, en vez de “flexibilizar”, ahogan a quien necesita una vivienda. Pero son “medidas liberalizadoras”. Pues, en consecuencia, hecha la liberalización, el deber de facilitar vivienda digna a todos queda exclusivamente en sus manos; pasa a ser exclusiva responsabilidad suya. ¿O la Constitución sólo es válida cuando los miembros del Gobierno se pueden agarrar a ella como a un clavo ardiendo? ¿Sólo es válida para, forzándola hasta el extremo, negar el derecho de la gente a manifestar su parecer, su deseo, su necesidad, en un referéndum?
Mal país y peor gobierno es aquel dónde se precisan dos sueldos para costear una vivienda; y para que el arrendador disfrute de dos sueldos. Lo peor de la especulación es que destruye la economía. Que empobrece a una parte de la población, la más numerosa, y es resultado del egoísmo de quien especula. Se critica y se rechaza a los bancos, justamente. Pero todavía no se ha dado una protesta contra la ambición desmedida de promotoras, constructoras, inmobiliarias, ayuntamientos y propietarios particulares, tan responsables como los anteriores, porque todos buscan beneficio personal a costa de quien y de lo que sea.
La especulación esquilma a los más necesitados, a quienes, por cualquier razón, no tienen acceso a comprar un piso. A estos, después de dejarse la mayor parte de sus ingresos en una vivienda, se les castiga obligándoles a cambiar, a migrar continuamente, Y el gobierno, todo lo que hace es no resolver el problema, para forzar esas migraciones y aumentar el beneficio de los arrendadores.