Opinión

España, tienes un problema

Rafael M. Martos | Viernes 22 de diciembre de 2017




Como todo el mundo reconocía antes del 21D, las elecciones, fuera cual fuera su resultado, no iban a resolver el problema de Cataluña, y lo cierto es que ahora, visto el que ha sido, quien tiene un problema es España.

Las elecciones han dejado claro una vez más, que el pueblo de Cataluña está dividido en dos, los partidarios de la independencia y los que están en contra de ese proceso. Los tibios se han quedado por el camino, por eso el PP, que se resistió aplicar el 155 hasta el último momento ha caído en beneficio de Ciudadanos que lo reclamó desde el minuto cero; y por eso el PSC y su mano abierta no ha crecido significativamente, y lo mismo le ha ocurrido a los Comunes. Al otro lado ha pasado lo mismo, y quien reclamaba ahora bilateralidad como es el caso de ERC ha quedado por debajo de JxCat que mantenía la unilateralidad. Lo de la CUP responde a otras claves, como que su crecimiento se debió a voto fugado de ERC descontento por la alianza de éstos con PdeCat, y ahora han vuelto “a casa”, y a que apoyaron los presupuestos autonómicos calificado de “antisociales”, lo que hicieron –para no paralizar la legislatura según explicaron- tras una asamblea en la que casi la mitad de la militancia estaba en contra.

Es verdad que para conformar Gobierno y gobernar, es fundamental tener más escaños, pero tampoco puede obviarse la realidad del voto ciudadano, y por eso, mirando los resultados, honestamente, da igual hacerlo de un modo u otro. La evidencia es la partición en dos.

Pero el problema ya no es Cataluña, porque en realidad nunca ha sido solo Cataluña. Como tampoco lo ha sido nunca únicamente el País Vasco. La realidad es que España tiene un serio problema de configuración territorial desde que existe como Estado… que no es tanto tiempo, y ni mucho menos es la “nación más antigua de Europa”, porque habría que empezar por explicar la diferencia entre “Estado” y “nación”, y por el momento de eso casi nadie quiere hablar.

Basta echar un vistazo a la historia para advertir que las llamadas “tensiones territoriales” son una constante, y que lo que pasa ahora, ya se vivió en el periodo Constituyente de la Transición, incluso después tuvo situaciones críticas en Euskadi que –más allá del terrorismo de ETA- tuvo repuntes como el Plan Ibarretxe, que como el “process” pretendía una vía pacífica a la soberanía, si bien el vasco se atuvo a la legalidad vigente y se estrelló contra ella.

Pero antes ya tuvimos el nacionalismo vasco y catalán latente durante el franquismo a costa de marginar otros territorios como el andaluz, desangrados por la emigración al norte. Qué duro resulta ver aquellos libros escolares en los que dibujaban las “regiones” españolas, y frente a la “industriosa Cataluña” y los “nobles vascos”, estaba la “alegre Andalucía”.

Incluso antes de aquello, en la II República, Cataluña arranca su autonomía, los vascos y los gallegos también encarrilan la suya, y los andaluces nos quedamos en las puertas porque estalló la Guerra Civil mes y pico antes de la tramitación de la nuestra.

Y si quieren, podemos irnos más atrás, y ver al almeriense Nicolás Salmerón militando en una organización nacionalista catalana, y reprimiendo como como presidente de la I República a los federales que declaran la independencia de Andalucía.

Podríamos seguir, pero basten esto ejemplos, unidos a la permanente manipulación de la historia de España para justificar su propia existencia como “nación” (hoy en los colegios andaluces se estudia la misma línea argumental que durante el franquismo, y solo se han eliminado las loas al dictador y sus secuaces) para asumir que sí, que existe un serio problema territorial, y que lleva siglos sin dársele respuesta, y que cuanto más tiempo pasa, más se enquista.

El negacionismo al que se ha llegado en España sobre esta cuestión es tal, que hay quien considera que eso solo ocurre aquí, que somos así de raros, y eso a pesar de haber tenido tantas noticias sobre el proceso independentista en Escocia, o de conocer que la relación entre las dos comunidades que conviven en Bélgica es infinitamente peor que lo que podemos ver aquí, o que hay ansias de soberanía propia en el Rif marroquí que no son nuevas, o que incluso que en EEUU hubo una guerra de Secesión y las heridas siguen abiertas.


Son quienes sostienen que solo se puede ser español de una manera –la suya- los que están colocando fuera de España cada vez a más gente.
[publicidad:866]

Son quienes sostienen que solo se puede ser español de una manera –la suya- los que están colocando fuera de España cada vez a más gente. Y lo peor es que eso no es nuevo, viene ocurriendo desde que se constituyó como Estado, buscando una cierta paz dotando de privilegios a unos territorios para calmar sus aspiraciones, generando desigualdades que van más allá de lo económico… se trata de respeto, respeto a la identidad propia. Hay a quienes les da exactamente igual si España sigue existiendo o no, porque ellos se colocan fuera, pero a quienes sí les importa España son los que deberían estar moviéndose para hacerla un concepto atractivo que vaya más allá del fútbol.


Hay que reconfigurar el llamado Estado de las Autonomías… podría no ser un tema urgente, como tampoco lo es establecer una república (la monarquía nos le metieron con calzador)… pero sí nos ha puesto en una situación crítica a la que hay que dar respuesta cuanto antes, porque ya no admite demora. Se abre una puerta... ¿de salida?


Noticias relacionadas