Esperamos que hayan disfrutado a tope de las fiestas navideñas, con turrones, villancicos y abrazos familiares. Pero la realidad nos golpea con la crudeza de un lunes post fiestas: ¡es hora de ponerse a trabajar! Claro, eso para quienes tengan trabajo, que ya sabemos que en estos tiempos de incertidumbre, no todos tienen la suerte de contar con un empleo que les saque de la cama cada mañana, ni fijo, ni discontinuo.
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Y es que, sin querer entrar en la encrucijada de a quién le toca resolver qué, la verdad es que hay temas que llevan más tiempo en el tintero que la carta de amor que nunca enviaste en la adolescencia. Un caso digno de atención son los vecinos de El Patio, quienes deben estar hartos de sentirse como figurantes en una película de suspense porque, por más complejo que sea administrativa y socialmente, ¿cómo es posible que sigan aguantando un edificio apuntalado después de más de un lustro?
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Y si nos vamos a cuestiones más recientes, resulta que hay barrios que llevan ya dos semanas sin agua potable en el grifo. ¡Dos semanas! Uno podría pensar que, en pleno siglo XXI, esto es una broma de mal gusto, pero no, es nuestra realidad. Parece que estamos en un juego de "Survivor" pero en versión municipal.
Ah, y no olvidemos el estado del Parque del Boticario, que junto al complejo deportivo Jairán, parecen ser los grandes protagonistas de las presentaciones sobre lo que se va a hacer, mientras la realidad es que debería estar hecho ya. Al parecer, nuestros políticos son grandes magos de la ilusión, pero la ejecución de sus proyectos es como esperar a que tu serie favorita tenga una nueva temporada: lenta y con muchas promesas incumplidas.
Y hablando de incumplimientos, ¿cuándo diablos van a tomarse en serio la limpieza y la poda en la capital? Pagamos un dineral por ello, pero el resultado es como pedir sushi y que te traigan una ensalada de frutas. ¿Dónde está el equilibrio?
Pero no todo es quejarse, también es necesario señalar la falta de coherencia cuando un político sube a la tribuna a criticar la subida de impuestos de una administración que no controla, mientras hace exactamente lo mismo en otra que sí gestiona. ¿Acaso creen que no nos damos cuenta?
Y para rematar, las comunicaciones, esa asignatura pendiente que hace que las habitaciones hoteleras de Almería sean las segundas menos rentables de Andalucía. Solo Jaén está por debajo, pero claro, siempre podemos consolarnos pensando que al menos no somos los últimos en algo.
En fin, señores y señoras políticos, tanto de gobierno como de oposición, tienen trabajo por hacer. Pero sinceramente, la esperanza de que el 2024 sea diferente a cualquiera de los años anteriores de este milenio se desvanece más rápido que un helado en pleno verano almeriense. ¡A trabajar, que el tiempo no se detiene y las promesas vacías nos hacen comenzar agotados!