Opinión

Sobrevivir o vivir con miedo

(Foto: DALL·E ai art).
Aixa Almagro | Martes 06 de mayo de 2025

Quiero hablarles de un fenómeno que me tiene un poco desconcertada y, a la vez, bastante intrigada: la ‘bunkermanía’. Sí, lo han oído bien. Esa tendencia que parece haber surgido de las profundidades del apocalipsis y que nos dice que si no tenemos 90.000 euros para construir un búnker, estamos condenados a una vida de incertidumbre y peligro inminente. ¡Menuda presión!

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Recuerdo cuando era pequeña y mi abuela me contaba historias sobre cómo se preparaban para la guerra civil en su pueblo. Guardaban comida en tarros, hacían acopio de agua y siempre tenían un plan de escape. En aquellos días, el miedo era real, pero también lo era la comunidad: todos se ayudaban mutuamente. Ahora, sin embargo, parece que el preparacionismo ha tomado un giro más individualista. Y me pregunto: ¿realmente necesitamos un búnker para sobrevivir?

La Unión Europea ha lanzado esta idea del kit de emergencia para sobrevivir 72 horas tras una catástrofe. Y claro, como buena periodista almeriense, no puedo evitar pensar en cómo esto afecta a nuestra tierra. Aquí en Almería tenemos nuestros propios desafíos: sequías extremas, incendios forestales… Pero nunca he visto a mis vecinos construir búnkeres en el desierto. En cambio, lo que sí veo es gente solidaria que comparte agua y comida cuando las cosas se ponen difíciles.

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Me acuerdo de una anécdota reciente con unos amigos mientras disfrutábamos de una noche estrellada en el Cabo de Gata. Hablamos sobre la posibilidad de un apocalipsis zombi (sí, esas conversaciones son más comunes de lo que piensan). Uno de ellos decía que debería tener un refugio subterráneo con todo tipo de provisiones. Yo le respondí: “¿Y qué harías después? ¿Vivir encerrado mientras afuera el mundo sigue girando?”. La risa fue general porque todos sabemos que el verdadero valor está en las relaciones humanas y no en los ladrillos.

El alarmismo alrededor del preparacionismo está creando una cultura del miedo donde la supervivencia se convierte en una obsesión. No estoy diciendo que no debamos estar preparados; claro que sí. Tener un botiquín básico o saber cómo purificar agua son habilidades útiles. Pero esto no significa que tengamos que renunciar a vivir plenamente por temor a lo desconocido.

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Defiendo la idea de vivir con valentía y confianza en lugar de encerrarnos en búnkeres llenos de latas y miedos infundados. La vida es demasiado corta para pasarla preocupándonos por lo peor cuando podríamos estar disfrutando del sol almeriense o compartiendo unas tapas con amigos.

Si no tienes 90.000 euros para tu búnker, ¡no te preocupes! Lo importante es tener buenos amigos a tu lado y saber disfrutar cada día como si fuera el último (sin necesidad de esperar a un apocalipsis). Porque al final del día, eso es lo único que realmente importa: vivir con pasión y rodearte de quienes te hacen sentir vivo.

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Dejemos atrás esa ‘bunkermanía’ y abracemos la vida tal como viene… ¡y quizás hagamos una paella juntos mientras tanto!

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