Desde que apareció en el balcón de San Pedro, León XIV ha despertado una curiosidad enorme. No solo por ser el primer Papa estadounidense, sino porque su historia está llena de detalles que lo hacen único. Y sí, algunas anécdotas parecen sacadas de una película.
De niño, en su casa de Chicago, jugaba a decir misa. Su altar improvisado era la mesa de la plancha de su madre, y sus hermanos recuerdan que se tomaba el juego muy en serio. “Ya entonces parecía que tenía vocación”, dice su hermano Louis. Y no era el único que lo veía venir: una vecina llegó a decir que sería Papa algún día. Parece que tenía razón.
Pero no todo en su infancia giraba en torno a la Iglesia. Era un apasionado del béisbol y del fútbol. Aunque ahora su deporte favorito es el tenis, en su juventud fue hincha de los Chicago Cubs y del equipo peruano Alianza Lima, una afición que nació durante sus años de misión en Perú.
Otra curiosidad: nunca ha tenido coche. Ni cuando era cardenal. Siempre ha preferido caminar, usar la bicicleta o el transporte público. Pero aquí viene el contraste: su primer desplazamiento por la Ciudad del Vaticano lo hizo en un coche negro de alta gama, similar al que utilizan los jefes de Estado. Un cambio radical respecto al modesto Fiat 600 que usaba Francisco.
Y no es el único gesto que marca distancia con su predecesor. *En su presentación en el balcón del Vaticano, León XIV recuperó todos los elementos de la ostentación papal. A diferencia de Francisco, que apareció con una sotana blanca sin adornos, León XIV lució la muceta roja, la estola bordada en oro y el solideo blanco. Un regreso a la solemnidad tradicional que muchos interpretan como un cambio de rumbo.
Además, todo apunta a que no seguirá viviendo en la Casa Santa Marta, la residencia sencilla que eligió Francisco. Se espera que se traslade al Palacio Apostólico, el lugar donde históricamente han residido los Papas. Un gesto que refuerza la idea de que su pontificado será más tradicional y menos austero.
León XIV no es solo un líder religioso, sino alguien con una historia personal fascinante. Un Papa que jugaba a decir misa de niño, que nunca tuvo coche y que ha devuelto la ostentación al Vaticano. ¿Será el pontífice que marque una nueva era en la Iglesia? Solo el tiempo lo dirá.