Opinión

Sed fuertes, amiguitos del alma

(Foto: DALL·E ai art).
Antonio Felipe Rubio | Miércoles 14 de mayo de 2025

No vamos a descubrir nada nuevo sobre el comportamiento del presidente del Gobierno de España. A nadie puede sorprender a estas alturas que Sánchez y el sanchismo se hayan convertido en sinónimos de sectarismo, humillación y felonía. Efectivamente, Sánchez es el presidente felón. Es desleal y traicionero. Pero, además de estas virtudes tan decorosas para la convivencia, la democracia y el Estado de derecho, es un gran gafe. Es el famoso, temido y destructivo Gafe Sotanillo.

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Sánchez no se contenta con llevar a los españoles a la confrontación con sus memorias históricas y otras provocaciones y chulerías. Ahora vemos el verdadero talante -por detrás y por delante- de este personaje.

Los tuits publicados hasta ahora por El Mundo evidencian una pequeña parte de lo vulgar y pellejero que puede llegar a ser un personaje que llegó a presidir un gobierno, según sus propias palabras, pletórico de maltratadores, petardos, jodidas, impresentables, estultos… y pájara. Así, con semejante plantel, es lógico que estemos dende estamos y como estamos. Con tantos petardos impresentables es razonable que no funcione un país en el que se paran los trenes, se apaga la luz y no se tiene ni puñetera idea de planes estratégicos para la economía, el trabajo, la vivienda, la sanidad, la seguridad, la investigación… En fin, un cromo de gobierno y una delicia de presidente y sus fieles palafreneros: fiscal general del Estado, presidente del Constitucional, el hermano, la esposa… en fin.

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Calificar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, como “pájara” puede ser un calificativo, incluso, acertado. El problema es que esta señora es una ministra del Gobierno de España, con una gran formación, con un dilatado ejercicio profesional en la judicatura y, posiblemente, con un nivel intelectual muy por encima del doctor cum fraude. Ahora, al conocerse el tratamiento de Pedro Sánchez hacia su ministra de Defensa, más de uno mantendrá ese maléfico patrón para referirse a la ministra, ahora y cuando felizmente deje este miserable gobierno. Así, la ministra, que trata de limar asperezas y desviar su monumental enojo, tendrá que soportar el estigma de Pedro Sánchez, que será una maldición que le perseguirá por doquier: ¿A que hora llega la pájara? ¿Vaya día que lleva la pájara? ¿Te ha llamado la pájara? ¿Sabes si hoy preside el tribunal la pájara?

Para la ministra de Defensa, “la pájara” va a ser un calificativo que le rondará por los pasillos, reuniones, mensajes y no digamos sobre algunos detalles que aparecerán por obra y gracia de algún gracioso regalándole un canario flauta o, más ofensivo, una arpía o la pestilente abubilla.

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Sin embargo, para el maltratador, el petardo, el impresentable, el torpe, el cuñadismo, el estulto… para estos no será problema que le endilguen estos epítetos. Para algunos no son ofensivos, sino perfectamente descriptibles. A Pablo Iglesias se la suda que le llamen maltratador, cuñado o sujétame el cubata; además, su estulticia le habrá obligado a consultar el diccionario para ver el significado de estulto; el mismo que le propina el orate.

En cualquier caso, sed fuertes. No desfallezcáis, amiguitos del alma.

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