Opinión

Cuando un techo centenario se cae

(Foto: DALL·E ai art).
Aixa Almagro | Sábado 24 de mayo de 2025

Recientemente, las redes sociales se inundaron de imágenes del derrumbe del techo de un templo en China, un lugar que tiene más historia que muchos de nosotros juntos. Este templo, que data del siglo XIV, se vino abajo justo ante los ojos atónitos de turistas y residentes. Y lo más sorprendente es que esto ocurrió tras unas labores de restauración realizadas hace apenas un año. ¡Casi nada!

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Al ver esas imágenes, no pude evitar recordar una anécdota familiar. Mi abuela siempre decía que “las cosas bien hechas duran”, y aunque ella hablaba de sus deliciosas recetas de puchero almeriense (que son dignas de un templo gastronómico), creo que su sabiduría se aplica a cualquier construcción. En Almería hemos visto cómo algunos edificios históricos han sido cuidados y restaurados con cariño, mientras que otros han caído en el abandono. ¿Qué nos dice eso sobre nuestra propia historia?

Volviendo al templo chino, me pregunto: ¿qué pasó durante esa restauración? ¿Se usaron materiales adecuados? ¿Se siguieron las técnicas tradicionales? Aquí en Almería, cuando se habla de restaurar la Alcazaba o la Catedral, hay una gran responsabilidad sobre los hombros de quienes llevan a cabo esos trabajos. La historia no solo debe ser preservada; debe ser respetada.

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Mientras contemplaba las imágenes del colapso, recordé el día en que fui a visitar la Catedral de Almería con mis amigos. Nos quedamos boquiabiertos ante su majestuosidad y discutimos sobre cuántas historias habrían escuchado sus muros a lo largo de los siglos. Pero también hablamos sobre la importancia de cuidar esos espacios para las futuras generaciones. No queremos que dentro de unos años alguien publique fotos del derrumbe de nuestro patrimonio.

A veces pienso que vivimos en una sociedad donde todo es rápido y desechable. Nos olvidamos de lo valioso que es preservar lo antiguo y aprender de ello. El colapso del templo chino es un recordatorio brutal pero necesario: si no cuidamos nuestras raíces, éstas pueden desmoronarse ante nuestros ojos.

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Y aquí estoy yo, desde mi rincón almeriense, reflexionando sobre este tema con una mezcla de admiración y tristeza por lo sucedido en China. Me gustaría pensar que podemos aprender algo valioso de esta experiencia lejana. Quizás deberíamos preguntarnos qué legado estamos dejando atrás y cómo estamos cuidando nuestra propia historia.

Así que ya saben, amigos: la próxima vez que pasen por algún edificio histórico o monumento en nuestra hermosa Almería, deténganse un momento a apreciar su valor y piensen en lo importante que es cuidarlo. Porque al final del día, cada ladrillo cuenta una historia… ¡y no queremos ver ninguna caer!