Opinión

Con Israel es todo siempre muy oportuno

(Foto: DALL·E ai art).
Rafael M. Martos | Domingo 25 de mayo de 2025

La cadena de acontecimientos que rodea a Israel y Palestina en los últimos tiempos no deja de sorprender por su aparente sincronía y la conveniencia de los sucesos para ciertos actores. Se hace difícil, para muchos, no ver en estos hechos una calculada orquestación, una serie de "oportunidades" que surgen en los momentos más estratégicos.

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El reciente y trágico suceso en Washington, donde un joven estadounidense mató a una pareja de jóvenes judíos que trabajaban para la Embajada de Israel, al grito de "Palestina libre", es un ejemplo paradigmático. Las víctimas, Yaron Lischinsky (28) y Sarah Milgrim (26), eran una pareja enamorada que planeaba casarse, un perfil que sin duda añade un matiz especialmente desgarrador a la tragedia. El presunto atacante, Elías Rodríguez (30), fue detenido mientras gritaba "¡Palestina libre, libre!" y "Lo hice por Palestina, lo hice por Gaza" al ser arrestado.

Este crimen, de por sí terrible y condenable sin paliativos, adquiere una resonancia particular al producirse en un momento en que la Unión Europea comienza a considerar medidas contra el Estado de Israel por la ofensiva en Gaza y Cisjordania, mientras la opinión pública norteamericana también despierta a la devastación y el sufrimiento de la población palestina. Con un saldo que supera las 53.000 vidas aniquiladas, muchas de ellas de niños, justo cuando la conciencia global sobre la necesidad de detener la masacre crece, surge un acto de violencia que, curiosamente, parece desviar la atención y proporcionar munición discursiva a quienes buscan justificar la continuidad de la ofensiva. El propio Benjamin Netanyahu ha comparado el grito de "Palestina libre" con "Heil Hitler" a raíz de este incidente, utilizando el ataque para contrarrestar las críticas a Israel. Hay que ser un completo demente para hacer tal equivalencia.

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La "oportunidad" no termina ahí. Cabe recordar cómo se desató la actual fase del conflicto. Hamás, una organización terrorista creada para dinamitar a la OLP de Yasser Arafat (organización laica y con muchos cristianos en sus filas) que había conseguido poner en marcha la Autoridad Nacional Palestina, perpetró un ataque de una magnitud sin precedentes el 7 de octubre, causando más de mil víctimas y secuestrando a cientos de personas. El actual presidente de Israel ha reconocido públicamente que permitieron por unanimidad que esta organización se financiara vía emirato de Qatar... es decir, que como mínimo, permitieron la financiación de unos terroristas islamistas (son Resistencia Islámica) con tal de boicotear la construcción de un estado palestino independiente.

Lo verdaderamente asombroso es que ese atentado ocurriera, presuntamente, sin que el Mossad, considerado uno de los servicios de inteligencia más efectivos del mundo, tuviera conocimiento previo. Es difícil de creer que una organización con tal reputación no detectara los preparativos para un atentado de esa envergadura en su propio territorio, especialmente en un encuentro juvenil internacional cerca de la frontera, un objetivo que debería haber contado con una vigilancia especial.

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Es aún más llamativo que este ataque del 7 de octubre se produjera justo cuando Benjamin Netanyahu se enfrentaba a un juicio por corrupción en su país. Desde ese día, el proceso judicial contra Netanyahu se ha visto relegado a un segundo plano. La guerra en Gaza ha brindado la excusa perfecta para consolidar su posición y llevar a cabo una ofensiva sin precedentes en la Franja, o en la "riviera" como prefiere Donald Trump.

La historia del propio Likud, el partido de Netanyahu, tiene raíces en el Irgún, una organización terrorista, es decir, es algo así como el Bildu israelí. Y el propio Netanyahu ha hecho declaraciones irracionales como la ya mencionada, pero también como cuando en 2015 afirmó que el muftí de Jerusalén, Haj Amin al-Husseini, instó a Adolf Hitler a exterminar a los judíos, una aseveración refutada por historiadores del Holocausto. Para él, todo vale para expulsar a los palestinos de su tierra y apropiársela, no respetando ninguna resolución de Naciones Unidas, comenzando por la relativa a las fronteras de 1947.

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Todo, desde el inicio de la actual escalada hasta los recientes sucesos en Washington, parece converger en un mismo punto: justificar la devastación de Gaza y perpetuar un conflicto que, para algunos, parece estar sirviendo intereses muy concretos. La pregunta persiste: ¿es todo esto una serie de desafortunadas coincidencias, o hay una mano maestra tejiendo relato para allanar el camino hacia una "nueva Gaza", quizá una "riviera turística con gotelé construida sobre miles de cadáveres"? Resulta muy difícil no creer que todo esto está amañado.