El expresidente Donald Trump ha ordenado una investigación sobre el uso de firmas presidenciales por parte de los asesores de Joe Biden, sugiriendo que estas podrían haber sido utilizadas de manera inapropiada para ocultar lo que él denomina un "deterioro cognitivo" del actual mandatario. Esta acusación se centra en el uso de un bolígrafo 'autopen', dispositivo que permite la firma automática de documentos.
Biden, por su parte, ha calificado estas afirmaciones como "ridículas y falsas", desestimando la teoría conspirativa presentada por Trump. En sus declaraciones, el exmandatario también ha insinuado que Biden podría haber sido "ejecutado" y reemplazado por un "clon robotizado", una idea que ha generado controversia y debate entre analistas políticos y ciudadanos.
La polémica surgida a raíz de estos comentarios no solo ha encendido las redes sociales, sino que también ha reavivado el interés en la salud mental y física del presidente Biden. Los críticos de Trump han señalado que este tipo de afirmaciones son parte de una estrategia más amplia para desacreditar a su oponente político.
Las acusaciones sobre el uso indebido de firmas automáticas no son nuevas en el ámbito político, pero adquieren un nuevo matiz en el contexto actual, donde la percepción pública sobre la capacidad del presidente es un tema delicado. La administración Biden se enfrenta a desafíos significativos, y cualquier insinuación sobre su competencia puede tener repercusiones en su imagen.