Opinión

Inauguración de un hospital fantasma

(Foto: DALL·E ai art).
Rafael Leopoldo Aguilera | Domingo 08 de junio de 2025

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¿Hasta dónde se puede llegar la acción o la omisión en la política?

Esta semana pasada, a través de los medios de comunicación social, nos hicimos eco de la visita del Presidente del gobierno de la Nación a la Ciudad autónoma de Melilla con motivo de la inauguración del Hospital Universitario, que comenzó a gestarse en el año 2011, en tiempos del presidente Rodríguez Zapatero, paralizándose las mismas, dejándose sin hacer, debido a que la concesión administrativa se realizó ante una proposición económica la cual llevaba inoculada en su memoria de actuación unos importes de financiación a la baja.

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Ante este hecho causante, la empresa adjudicataria, en tiempos Mariano Rajoy, 2017, para continuar ejecutando las obras iniciadas, indicó que se les tiene que incrementar el precio de adjudicación, al estar muy por debajo de los costes, aprobándose gubernamental por el doble del valor económico que se les había adjudicado en primera instancia.

Las obras de infraestructuras exterior están concluidas, pero no tiene camas, ni quirófanos, deficiencias de construcción hospitalaria, como la dedicada a los pacientes agudos, no está sellada, está a libre tránsito, no tiene unidad de cuidad intensivos, solo tiene tres consultas externas de las treinta y tres que debe de tener en plena actividad el hospital universitario.

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Una inauguración de solo paredes, que más bien, fue una visita de obra, aparentando institucionalmente un hecho que se no se corresponde con la realidad, ya que es una infraestructura en construcción, acompañado de personas prefijadas para que le acamparán en este acto institucional y no le eclipsarán la visita, no abierto a la ciudadanía, de espaldas a la ciudad, no teniendo acceso el tejido empresarial y social, ya que se les acordonó a pie de calle al público asistente. Pero eso sí, lo principal es poner una placa para que quede constancia fidedigna que el mismo se ha construido por el gobierno de la Nación, por la buena gestión del propio presidente y ministra competente en la materia sanitaria.

Un hospital fantasma, que no existe como tal, pero no faltó la foto con la placa acreditativa con un montón de gentes afines, sin personal sanitario, no estando invitados ni el propio Colegio Oficial de Médicos de Melilla, ni participó tampoco en este acto la comunidad sanitaria del Hospital Comarcal de Melilla. Una pantomima, que pone de manifiesto el egocentrismo político, el nihilismo en la gobernanza y la gestión pública, todo un paripé, un teatrillo que difícilmente se le puede poner en valor, porque es una tomadura de pelo a los ciudadanos de Melilla, ya que de poco sirve que la entidad gestora de la Administración del Estado esté llevando a grupos de personas a enseñarles el interior del centro donde solo pueden visualizar paredes.

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Y traigo este tema a colación, porque son muchos los ciudadanos de la hermana ciudad de Melilla, que necesitando atención sanitaria, tienen que realizar un esfuerzo físico, psíquico y sensorial en desplazarse y venir a Almería a recibir como pacientes los juicios clínicos y tratamientos médicos, debido a que el Estado, el Ministerio de Sanidad, organismo competente en este ámbito en las ciudades de Ceuta y Melilla, las tienen abandonadas, en este caso concreto, a Melilla.

En fin, un hecho insólito y grotesco, sin alma humana, propio de la praxis política en esta nuestra España de gris marengo.