Opinión

Gacelas

Eloisa Cabrera | Sábado 21 de junio de 2025

La reciente propuesta del Ayuntamiento de Almería al CSIC para trasladar la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) desde la finca de La Hoya hasta una nueva parcela municipal en Retamar -conocida popularmente como ‘El Calcetín’- abre una ventana de oportunidad que va mucho más allá de una simple mudanza institucional.

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Se trata de 550.000 metros cuadrados, trece veces más que la superficie actual que ocupa junto a la Alcazaba, el mirador de San Cristóbal y los Jardines Mediterráneos de La Hoya, con condiciones idóneas que ofrecen un entorno más adecuado para el bienestar animal y que responden, punto por punto, a las necesidades científicas, logísticas y medioambientales planteadas por la EEZA: relieve mixto, suelos arenosos con buen drenaje, distancia prudente de núcleos urbanos y explotaciones ganaderas, y plena compatibilidad urbanística.

En definitiva, un espacio que permitiría al CSIC y a la EEZA no solo continuar con su labor de conservación de ungulados amenazados, sino expandirla en un entorno más favorable, toda vez que los mismos responsables de la Estación ya afirmaban hace casi 40 años que la actual ubicación se había quedado pequeña.

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Su traslado permitiría, además, liberar un espacio patrimonial clave en el Centro Histórico de Almería, lo que añade un valor cultural y urbano. Por ello, es fundamental recuperar este espacio para seguir poniendo en valor una zona antes degradada y ahora, con una importantísima inversión municipal, totalmente mejorada y puesta en valor desde una óptica paisajística, turística, cultural y patrimonial.

Se trata de un ofrecimiento leal y beneficioso para todos que no debe teñirse de color ideológico, sino abordarse como un proyecto de ciudad, con visión de futuro. Y es lo que reclamamos. Ahora queda en manos del CSIC y de los responsables de la EEZA valorar la mano tendida desde el rigor y la voluntad de cooperación. Si conseguimos el consenso necesario Almería habrá demostrado que cuando el urbanismo, la ciencia y el patrimonio se alinean, el desarrollo puede tener sentido, alma... y propósito.