Opinión

Quien con ranas se acuesta

Rafael M. Martos | Lunes 07 de julio de 2025

A estas alturas, uno podría pensar que Pedro Sánchez ha aprendido la lección. Que después del escándalo de José Luis Ábalos y la debacle de Santos Cerdán, el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE habría tomado nota, habría afinado el olfato y, al menos, extremado el cuidado con las personas en las que deposita su confianza.

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Pero no. Nada de eso. Lejos de clausurar el estanque, Pedro ha decidido montar un criadero de ranas en toda regla.

La expresión, por si alguien la había olvidado, la popularizó Esperanza Aguirre cuando uno tras otro le estallaban escándalos de corrupción en el entorno más próximo. “Me han salido rana”, decía, como si se le hubieran colado por accidente en el jardín. Pues bien, a Pedro Sánchez no es que le hayan salido rana... es que parece haber hecho de eso un método de selección.

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Lo que iba a ser un Comité Federal para abrir una etapa de regeneración, se ha convertido en otra operación de maquillaje. Santos Cerdán, el fiel escudero que lo acompañó en el mítico Peugeot junto a Ábalos para reconquistar la secretaría general del PSOE, ha acabado en prisión provisional por su implicación en la trama de mordidas que comenzó con Koldo García y no sabemos aún dónde va a acabar... ni con quién. Un escándalo que no solo salpica al aparato del partido, sino también al propio Gobierno, puesto que se trata no solo de un exministro (Ábalos) si no de lo que ha seguido pasando en ese ámbito (adjudicaciones y contratos de ADIF amparados por Óscar Puente). Y, sin embargo, ¿qué hace el presidente? ¿Busca nuevos perfiles? ¿Se abre a gente con trayectorias limpias, experiencia, independencia? No. Vuelve a mirar al fondo de la misma charca.

Uno de los primeros nombres que sonaba como relevo era el de Paco Salazar, hasta entonces hombre fuerte de La Moncloa. Pero justo el sábado del Comité, Salazar se vio obligado a dimitir tras la publicación de informaciones que lo vinculaban a un posible caso de acoso sexual dentro del propio complejo de La Moncloa. De nuevo, otra rana. Y van…

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La elegida finalmente ha sido Rebeca Torró, valenciana como Ábalos. Ni militante de base, ni renovación rupturista. Torró viene de la Generalitat Valenciana, donde durante su etapa de responsabilidad se adjudicaron contratos a empresas que ahora están bajo investigación por su relación con la trama que ha costado el cargo —y la libertad— a su antecesor. ¿Casualidad? Puede. ¿Imprudencia? Como mínimo.

Pero el detalle verdaderamente ilustrativo lo pone el entorno. El jefe de gabinete de la nueva secretaria de Organización, Jaime Peris, fue abogado de la empresa Levantina Ingeniería y Construcción entre 2011 y 2015, otra de las compañías investigadas en esta misma maraña de contratos irregulares. ¿Quién se atreve a decir que Pedro Sánchez está intentando alejarse de las malas prácticas? Lo que parece es que ha decidido rebuscar en la misma pecera.

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Y así llegamos a la vertiente almeriense del asunto. Anabel Mateos, dirigente del PSOE de Almería, ha ascendido dentro del organigrama socialista como nueva secretaria de Coordinación. Su perfil, lejos de aportar oxígeno, vuelve a reproducir el patrón: militante disciplinada, sí, pero profesionalmente vinculada en los últimos años a dos consultoras políticas muy particulares. Ambas son propiedad de viejos conocidos del socialismo español: el exministro Pepe Blanco y el exconsejero andaluz Gaspar Zarrías.

Aquí conviene hacer memoria. A Blanco lo recordamos por aquella escena digna de sainete: una reunión en una gasolinera con maletín incluido, que muchos interpretaron como una posible mordida cobrada en mano. Aunque el caso fue finalmente archivado, la imagen quedó grabada en el imaginario colectivo. En cuanto a Zarrías, no hablamos de sospechas ni de interpretaciones: fue condenado en firme por su participación en el caso de los ERE fraudulentos en Andalucía. Y sin embargo, ambos han pasado de la política institucional al lobby empresarial con bastante soltura.

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¿Y a qué se dedicaban sus consultoras? Pues, esencialmente, a abrir puertas. A servir de intermediarios entre empresas y administraciones gobernadas por el PSOE. Y es en ese entorno donde ha trabajado Anabel Mateos. De nuevo, sin que haya delito ni imputación, pero con una sombra larguísima sobre el concepto mismo de “regeneración”.

El resultado es el que es: tras Ábalos, tras Cerdán, tras Salazar, tras Torró… el nuevo equipo de Pedro Sánchez no parece llamado a iniciar una nueva etapa, sino a repetir los errores de siempre. Lo que se esperaba como una limpieza ha sido, en realidad, una reagrupación de leales con mochila. Si a uno le sale rana un colaborador, puede ser mala suerte. Si le salen dos, puede ser torpeza. Pero cuando uno los cría, los alimenta y los vuelve a colocar uno tras otro… entonces ya no es cuestión de azar. Es que el presidente ha decidido montar su propia granja de batracios.

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Porque Pedro Sánchez podrá pedir disculpas, mostrarse compungido en los discursos y repetir que el PSOE está comprometido con la ética pública. Pero a la hora de la verdad, cuando tiene que elegir entre la limpieza y la lealtad, parece que siempre elige lo segundo. Y no porque no vea lo que pasa… sino porque, simplemente, no quiere dejar de jugar con las ranas.