El mar no entiende de sillas de ruedas, ni de bastones, ni de movilidad reducida. Pero durante décadas, el acceso a sus orillas fue un privilegio vedado para muchos. En la provincia de Almería, esa historia está cambiando. De forma lenta, sí, pero firme y visible. Hoy, hablar de playas accesibles no es una promesa futura, sino una realidad palpable. Rampas, sillas anfibias, pasarelas, personal de apoyo y servicios adaptados comienzan a formar parte del paisaje veraniego de muchas localidades del litoral almeriense.
Y es que Almería, más allá de sus postales desérticas y aguas turquesas, ha emergido como uno de los referentes en accesibilidad costera de Andalucía. Ya no se trata solo de sol y playa, sino de derechos.
Uno de los municipios que ha dado un paso al frente es Roquetas de Mar. Con seis playas adaptadas (y dos más en camino), la localidad presume de un modelo pionero, donde la accesibilidad no se limita a lo estructural. En la playa de Aguadulce, por ejemplo, hay señalética con pictogramas para personas con trastorno del espectro autista (TEA), toldos para quienes no toleran bien el sol y banderas con códigos daltónicos.
“Lo importante no es solo poder entrar al mar”, explica uno de los usuarios a Noticias de Almería de la zona de baño asistido, “sino que todo el entorno se adapte: desde el parking hasta el baño, pasando por cómo se da la información. Hay familias que vienen solo porque aquí se sienten seguras”.
Roquetas es también ejemplo de algo más sutil: el cambio de mentalidad. En los últimos años, el personal de apoyo ha recibido formación específica y se ha trabajado con asociaciones como FAAM (Federación Almeriense de Asociaciones de Personas con Discapacidad) para diseñar los puntos de baño pensando en las necesidades reales, no en meros cumplimientos legales.
Si alguien pensaba que el compromiso con la accesibilidad estaba reñido con los entornos protegidos, el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar viene a desmentirlo. San José, Agua Amarga o la playa de San Miguel de Cabo de Gata cuentan con puntos accesibles que permiten a personas con movilidad reducida disfrutar de uno de los litorales más espectaculares del Estado español.
“Venimos todos los años desde Zaragoza”, cuenta Marisa, madre de una joven con parálisis cerebral. “La playa de San José nos da paz. Saber que podemos estar aquí sin barreras es un alivio. Y además el entorno es una maravilla”.
Aunque los accesos no siempre son perfectos –no todas las playas del parque cuentan con servicios completos–, la apuesta de los ayuntamientos de Níjar y Almería por mejorar año a año las infraestructuras ha sido reconocida por entidades especializadas.
El municipio de El Ejido ha optado por una estrategia muy técnica. Desde hace cuatro años, aplica un protocolo de accesibilidad que incluye pasarelas móviles de alta resistencia, baños adaptados, zonas de sombra reservadas, pulseras de identificación y barandillas sumergidas para entrar al agua. Todo ello, coordinado con un sistema de cita previa para el baño asistido.
“Nos tomamos muy en serio este servicio”, explicaban desde el Consistorio cuando presentaban estos servicios. Tienen registrados más de 150 usuarios cada verano. Personas mayores, familias con niños con discapacidad, turistas extranjeros... todos agradecen sentirse parte del verano, no aparte de él.
Las playas de Almerimar y Balerma son las más equipadas del municipio, pero también San Miguel y Levante cuentan con mejoras importantes. La coordinación entre el área de Turismo y los servicios sociales ha sido clave.
En el norte del litoral, el municipio de Vera ha conseguido algo único: adaptar una playa nudista a las necesidades de personas con movilidad reducida. El Playazo, célebre por su ambiente naturista, dispone desde 2022 de tres accesos accesibles, además de servicios adaptados en playas familiares como Puerto Rey o Las Marinas-Bolaga.
“Mi pareja es usuario de silla de ruedas y somos naturistas desde hace años”, explica Carlos, veratense. “Hasta hace poco nos parecía un sueño poder venir aquí con tranquilidad. Ahora podemos”.
Este gesto simbólico –que rompe dos tabúes al mismo tiempo: el de la discapacidad y el del nudismo– ha sido aplaudido por asociaciones como Equalitas Vitae o COCEMFE, que han incluido Vera en sus guías de turismo inclusivo.
A pesar de los avances, no todo el litoral almeriense ha abrazado la accesibilidad con la misma intensidad. Algunos municipios apenas cuentan con un punto adaptado, y en otros casos, el mantenimiento de los servicios es irregular. La FAAM ha advertido en sus informes anuales sobre la necesidad de revisar el estado real de las instalaciones, y no limitarse a declarar una playa como "accesible" por haber instalado una rampa hace diez años.
Además, muchos servicios solo están operativos entre el 15 de junio y el 15 de septiembre, lo que deja fuera a quienes viajan en temporada baja. También sigue siendo escasa la oferta de alojamientos adaptados cerca de las playas, lo que limita la experiencia completa para muchas personas.
Como respuesta a estas lagunas, la FAAM ha desarrollado una app gratuita, “Almería Accesible”, que permite localizar los puntos accesibles activos en tiempo real, con vídeos, reseñas y contacto directo con los servicios de baño asistido. Una herramienta que ha convertido la planificación de las vacaciones en algo más sencillo y confiable.
Almería se asoma al futuro con una certeza: el turismo del siglo XXI no puede permitirse dejar a nadie atrás. Convertir sus playas en espacios accesibles no es un favor, sino una obligación moral. Y también una oportunidad.
Porque no se trata solo de hacer posible un baño, sino de garantizar el derecho al verano.