Opinión

El pintor de la luz, Manuel Blázquez

Rafael Leopoldo Aguilera | Lunes 21 de julio de 2025

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En estos días he tenido ocasión de conocer y conversar brevemente con el compañero, de rostro ennoblecido por el tiempo inexorable y el espacio del arte, de pensamiento sensato y de palabra ponderada y con tonalidad suave, el pintor de la luz Manuel García Blázquez, Manuel Blázquez, Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca.

Estos diálogos espontáneos se han realizado durante algunos recesos profesionales, teniendo como testigo simbólico el lienzo, que en el año 1950, pintase el fundador del “Movimiento Indaliano”, el almeriense Jesús de Perceval, denominado “Autorretrato”, fiel notario de estos breves diálogos. Manuel Blázquez es una persona con la que gusta tomar un café en el vetusto Café-Bar “Juan Pedro” en la plaza de la Constitución de Roquetas de Mar, visualizando entre palabras la mudéjar Iglesia parroquial “Nuestra Señora del Rosario Coronada”, el Casa-Museo “Anita Guerrero” y la Casa Consistorial con sus banderas constitucionales, su reloj y campanas.

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Manuel García Blázquez, pintor post expresionista de formación autodidacta (Béjar 1958). Su carrera en el arte comenzó en 1977, cuando obtuvo el Primer Premio de un concurso convocado por el Ayuntamiento de Béjar. A partir de entonces, tuvo un desarrollo en continuo ascenso. En la actualidad, en la plenitud de su madurez artística es un artista profesional reconocido en todo el territorio español, que se codea con artistas de renombrado prestigio como Antonio López. Tiene a su haber numerosas exposiciones, en su mayoría personales, y ha participado en varios certámenes en los que su obra ha sido premiada en reiteradas oportunidades.

Está en posesión según su currículum, un amplio cúmulo de premios que testimonian su buen hacer en este campo artístico de la cultura de la pintura: 1977 primer premio del Certamen de pintura del Ayuntamiento de Béjar; 1981 segundo premio de pintura “Casino Obrero” de Béjar; 1984 premio de Figura de la Expo Plasencia de Pintura; 1986 primer premio del Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo; 1988 segundo premio de Medina del Campo en Valladolid; 1989 premio internacional de Grabado “Máximo Ramos” El Ferrol; y una gran cantidad de exposiciones por todo el territorio nacional, con especial referencia a nuestra Almería en la Galería “Trino Tortosa” en el año 2001 y en el “Faro de Roquetas de Mar”, junto al mar, la mar, y el Castillo de “Santa Ana”, en una primavera permanente.

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En el ABC de las Artes, escribe Manuel Muñiz Menéndez sobre Manuel Blázquez “que es la luz la protagonista más obvia de los cuadros de Manuel García Blázquez. Una luz intensa y al tiempo suave, cuya interactuación con el color y una técnica que continúa portando la antorcha del impresionismo que define la obra de este pintor. Pero el otro gran protagonista es la unión, cargada de lirismo de la memoria y de la imaginación, que proporciona los escenarios de estos cuadrados: habitaciones y paisajes un tanto atemporales que pudieran provenir tanto de la infancia del pintor como de su presente, o incluso de sus sueños, pero que parecen una mezcla de todos ellos, de los elementos contemplados y recordados con más agrados, unidos en un solo escenario. Unas habitaciones y paisajes en los que rara vez vemos retratada la figura humana, pero que dejan una sensación de calidez y vida, de estar intensamente habitados. Es una decisión notable la de dejar casi siempre a estos habitantes fuera de campo, invisibles, como si acaban de irse o estuvieran a punto de entrar en sus casas cargadas de lilas y rosas o en sus floridas vistas del campo salmantino o del Valle de Jerte.

“Recuerdo en casa de mis padres el balcón abierto al sol de la mañana iluminando cualquier escena cotidiana, derramando su luz hasta el interior del salón comedor. O la ventana orientada a la tarde transformando el ambiente de la cocina en un espectáculo de fuerza y color…, casi siempre en torno a un balcón, o una ventana. La humildad de los fruteros, el perejil siempre fresco en tarros de cristal… cacharros de barro y porcelana sorprendidos en su utilidad domestica por el sol, destacando el color de la manera más natural. Es indudable, ahora que han pasado muchos años, que mi retina quedó impresionada y fue conformando una tendencia y una búsqueda de la belleza sin tregua, entregado a la formación y desarrollo del conocimiento necesarios. El trabajo continuo del natural, el entorno, el paisaje cercano,…, (bosque de pinos al alba, el estanque renacentista, los veranos en el rio con sus espectaculares reflejos…), fue ensimismando y complaciendo el interior. Realidad de lo vivido, de lo cotidiano y conocido. En silencio y contemplación”.

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En ocasiones, no es necesario escribir nada nuevo sobre las gentes que alimentan nuestro espíritu cultural, porque otros lo han descrito mucho mejor que como podríamos hacerlo, con mayor calidad literaria. En este caso, traigo a colación las palabras del poeta Luis Hernández del Pozo de la Asociación Nacional e Internacional de Críticos de Arte y Crítico de Arte de La Nación, venía a glosarnos mediante la escritura entre la prosa y el verso: “Ahora, en el momento más dulce de su carrera, nos trae sus “interiores” de luz, una de las características singulares de este artista que alguien denominó “el maestro de la luz”. La muestra ejecutada en la línea del realismo lírico, apoyado en ese dominio excepcional de la técnica que se apoya en un impecable dibujo y en el exacto cromatismo que sabe dosificar con una luz que emerge del cuadro para llenar todo el ambiente…Quienes se asomen a la sala de exposiciones en estas fechas, gozarán de la pintura de este maestro que nos demuestra que los premios recibidos, no son fruto de la casualidad, sino del reconocimiento a una tarea, a una dedicación y a unas aptitudes que ponen de manifiesto que Manuel García Blázquez, es un valor cotizable dentro del panorama artístico pictórico del momento actual en España”.

Unas humildes pinceladas amanuenses con los colores de la buganvilla y con apacibles aromas a jazmines y galanes de noche veraniegos del pintor Manuel Blázquez ante las elevadas tribulaciones políticas que estamos atravesando en esta unamuniana España.