A ver sí nos damos ya cuenta la ciudadanía, que nos encontramos inmersos en un frente de ruptura nacional, que por su propia naturaleza no tiene ni tendrá límites legales, democráticos, éticos ni morales, porque su único objetivo es la no pérdida del poder.
Esta conducta anómala en un sistema constitucional democrático lleva consigo que ellos van estar con este desgobierno todo el tiempo que pueda y más, “sine die”, sin volver a perder el poder, porque fundamentalmente es incompatible con la situación creada por este propio nepotismo político con la propia naturaleza del frente popular integrado por socialistas marxistas, comunistas, independentistas, republicanos y la derecha secesionista, haciendo este conglomerado de opciones ideológicas todo lo posible e imposible en seguir atrofiando al Estado de Derecho para la consecución de los fines que quiebren el Título Preliminar de la Constitución española de 1978.
Los que somos creyentes, si algo no perdemos, a pesar de las elevadas tribulaciones espirituales, es la esperanza en que las únicas alternativas viables actualmente en la sociedad civil vuelva a ser mayoritaria en las urnas para poner freno a esta situación de beligerancia a través de las disposiciones que se están aprobando, salvo excepciones, y evitar lo que se nos viene encima, que nos es más que la fractura social de la sociedad civil, cuyo hecho podría alimentar y no por casualidad, comportamientos de agresividad y violencia sí no ven de forma convencida y serena que España vuelva a ser España.
Estas semanas últimas han sido demoledoras para la destrucción de la nación en toda España, paso a paso y día a día este hecho de ruptura se está haciendo una realidad palpable, desde el sentido común, la deriva de España en el abismo, alquilando el alma al diablo con la marca de un proceso constituyente encubierto al legitimar la autodeterminación y sentar las bases de una España confederal.
Solo queda elevar la voz ante el establishment en defensa clara del Estado de Derecho, la Constitución y la unidad nacional frente al desconcierto, una brújula frente al abismo, una esperanza para la recuperación de la verdad objetiva, aunque no sea fácil, y vuelva a formar parte de la vida pública. Aunque es probable que, en la práctica ante un país de subvenciones y ayudas económicas, entre la locución latina “panem et circenses”, todo quede en agua de borrajas con el mediocre ir tirando de la decadencia española o "laissez faire, laissez passer". Ánimo, fortaleza y gloria.