Miles de personas vivieron una jornada inolvidable acompañando a Santa Ana y a la Virgen del Carmen en su emotiva procesión marítimo-terrestre tras la misa de la mañana. La atmósfera estaba impregnada de fervor y devoción, mientras los asistentes se congregaban para rendir homenaje a estas queridas figuras religiosas que simbolizan la fe y la tradición de la comunidad.
Con sus nuevos tronos, elaborados con esmero y dedicación, ambas imágenes recorrieron tierra y mar entre vítores y sentimientos profundos. Los fieles no escatimaron en muestras de cariño, lanzando flores y gritos de aliento que resonaban en el aire. El tradicional lavado de cara en el faro, este año a cargo de Pilar Guerrero y el costalero Daniel Martos, fue un momento especialmente conmovedor, donde se renovó el compromiso con las tradiciones que han unido a generaciones enteras.
La travesía en los barcos Audaz III y Nuevo José y María fue otro de los puntos culminantes del día. Estos barcos, adornados con banderas y flores, surcaron las aguas rodeados de embarcaciones engalanadas que también se unieron a la celebración. La vista era impresionante: un mar lleno de colorido y alegría, reflejando el espíritu festivo que reinaba en el ambiente.
Finalmente, la jornada concluyó con espectaculares fuegos artificiales que iluminaron el cielo nocturno, creando un espectáculo visual que dejó a todos maravillados. Las luces brillantes estallaban en colores vibrantes sobre el mar, mientras los aplausos y vítores llenaban el aire. Fue un cierre perfecto para una celebración que quedará grabada en la memoria de todos los presentes, reafirmando una vez más la importancia de estas festividades en la vida comunitaria.