Me siento especialmente inspirada para hablar de un tema que, aunque parezca trivial, nos afecta a todos: el sueño. Sí, ese momento mágico en el que nos desconectamos del mundo y nos sumergimos en un universo de sueños (y pesadillas, si tenemos mala suerte). Pero no se trata solo de dormir por dormir; se trata de la calidad de ese sueño y cómo afecta nuestra salud.
Recientemente, la Alianza por el Sueño, compuesta por más de 40 sociedades científicas médicas y asociaciones de pacientes, ha lanzado un grito desesperado al Ministerio de Sanidad. Quieren que se desarrolle una estrategia nacional del sueño en España. Y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo. ¿Por qué? Porque aquí en nuestra querida Almería, donde la vida pasa entre tapas y cañas, también necesitamos asegurarnos de que nuestras noches sean reparadoras.
Recuerdo una conversación con mi abuela mientras tomábamos un café en la plaza Vieja. Ella siempre decía: “Si no duermes bien, no vives bien”. Y tenía razón. En un lugar donde el ritmo puede ser frenético, entre las fiestas patronales y las jornadas laborales interminables en invernaderos o bares, muchas veces olvidamos lo esencial: descansar. La falta de sueño no solo nos hace sentir como zombies al día siguiente; puede afectar nuestro estado de ánimo y nuestra salud física. ¡Y eso no es broma!
La Alianza destaca la urgencia de esta estrategia nacional porque hay países europeos como Francia que ya han tomado cartas en el asunto. Allí han publicado una hoja de ruta interministerial para promover el sueño de calidad y prevenir trastornos relacionados con él. ¡Bravo por ellos! Mientras tanto, aquí seguimos esperando a que alguien se dé cuenta de que dormir bien debería ser considerado un derecho básico.
¿No les ha pasado alguna vez intentar dormir después de una larga jornada? Te acuestas, pero tu mente sigue dando vueltas como una noria en feria. En mi caso particular, tengo un amigo que dice que su cabeza empieza a planear su próximo viaje justo cuando se apagan las luces. Así que ahí está él, viajando mentalmente a lugares lejanos mientras su cuerpo está atrapado en su cama almeriense. ¡Qué ironía!
Es hora de hacer ruido sobre esto. Necesitamos campañas educativas sobre la importancia del sueño, recursos para aquellos que sufren trastornos del sueño y espacios donde podamos aprender a cuidar nuestro descanso sin sentirnos culpables por ello. Aquí podría entrar el papel crucial del Consejo Interterritorial del SNS y las comunidades autónomas para trabajar juntos en este asunto.
Así que desde aquí hago un llamado a todos mis paisanos: cuidemos nuestro sueño como cuidamos nuestras tradiciones y nuestra gastronomía (que bien sabemos disfrutar). Que cada uno de nosotros pueda gozar de esas horas reparadoras bajo el manto estrellado del cielo almeriense sin preocupaciones ni insomnios.
En resumen, si queremos vivir plenamente y disfrutar cada rincón de nuestra hermosa tierra con energía renovada cada día, debemos exigir lo que nos corresponde: una estrategia nacional del sueño digna. Porque sí, queridos amigos, ¡dormir bien es tan importante como comer bien! Y si Francia puede hacerlo, ¿por qué nosotros no? A soñar se ha dicho… pero primero, ¡a dormir!