Opinión

Membrives siempre fue un espectáculo

Juan Torrijos Arribas | Lunes 11 de agosto de 2025

Antonio Membrives vivía, vestía y sentía como le daba la gana. Si existía algún almeriense libre ese era Antonio. Alto, delgado y vestido para llamar la atención. Era un espectáculo verlo bajar o subir el paseo de Almería, como lo fue aquella mañana de agosto, hace más de treinta años, en la que me lo encontré como su madre lo trajo al mundo, en ese rincón marinero que es Cala San Pedro. Le acompañaban dos preciosas mujeres mientras él balanceaba con desparpajo y una sonrisa el atributo que la naturaleza le había otorgado entre las piernas.

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Antonio ha sido un hombre en el que ha primado la libertad de hacer de su vida un mundo de colores. Desde los zapatos o sandalias, pasando por las gafas, gorras o cualquier otro elemento decorativo, sin olvidar las camisas y los pantalones, era el arcoíris andando por la ciudad de sus amores. Paraba las palabras de los que con él se cruzaban, se volvían las cabezas a verlo, las miradas lo seguían mientras él seguía con su andar por las aceras de mármol de aquel hermoso Paseo. De su especial y específica figura solo desentonaba una pequeña cartera que llevaba en sus manos, de lujo era, como todo lo que llevaba sobre su persona. Era el trabajo de cada día, la visita a los bancos, la puesta al día de las cuentas, el balance de los que pagaban o de los que seguían siendo morosos a la empresa. No se había inventado la banca en línea, internet no nos ofrecía esta posibilidad, y en la figura sin par de Membrives solo aquella cartera se salía de la tónica general de este almeriense singular.

Se nos ha ido, nos deja un paisaje vacío en las calles de la ciudad que Antonio llenaba como nadie. No sé si Caronte le ha obligado a que se ponga un bañador camino del reino de Hades, espero que no, o si San Pedro lo habrá dejado entrar en el del cielo, o lo habrá mandado de nuevo a cambiarse de ropa a su Almería de su alma. Ya le hubiera gustado a él, y a nosotros, que Pedro no lo hubiera dejado entrar, y que siguiera paseando entre nosotros vestido con los colores y la alegría que ha ido derramando para disfrute de todos los que hemos tenido la suerte de conocerlo. Si una ciudad no deja de ser un gran escenario donde los actores viven, aman y mueren, Antonio Membrives ha sido uno de esos protagonistas que dejan huella sobre las tablas de la ciudad.

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Adiós, Antonio. Los colores que visten los almerienses en la ciudad no serán los mismos sin tu presencia. Tú conseguías hacerle sombra hasta al poderoso arcoíris. Un abrazo, querido amigo.