Quien me conozca sabe que soy de las que se apunta a un bombardeo y, si es en Almería, mejor que mejor. Mi abuelo siempre me dice que me parezco a la cabra de la Legión, que lo mismo estoy en El Cabo que me subo a la Alcazaba. Y es que me encanta nuestra provincia, su gente, sus fiestas y, sobre todo, cómo somos capaces de reinventarnos.
Este fin de semana, por ejemplo, Roquetas se ha puesto su mejor armadura para celebrar su Mercado Medieval. Y no es un mercadillo cualquiera. Es una auténtica máquina del tiempo plantada a los pies del Castillo de Santa Ana. Yo fui el viernes por la noche con mi amiga Sara y su hermana pequeña, y de verdad, ¡aluciné!
¿Te imaginas caminar entre caballeros, malabaristas y artesanos? Pues eso es lo que te encuentras. Pasamos por puestos de mil cosas: joyas, inciensos, juguetes de madera... ¡Hasta había uno de mi pueblo, de La Cañada! El olor a incienso se mezclaba con el de la comida, y la música de las gaitas te hacía sentir en otra época. No pude resistirme a comprarle un pergamino con su nombre a la pequeña de Sara, ¡estaba loca de contenta!
El alcalde, Gabriel Amat, dice que el mercado ya es una cita fija, y no me extraña. Es de esos eventos que te hacen sentir orgulloso de donde vives. Combina historia, ocio y un ambiente que te atrapa. Además, es un planazo para toda la familia, desde los más pequeños que se pintan la cara o hacen talleres, hasta los que, como yo, nos quedamos embobadas viendo a los acróbatas aéreos o el espectáculo de fuego.
Este tipo de iniciativas demuestran que en Almería no solo tenemos sol y playa (que me encantan, ojo), sino que sabemos cuidar nuestro patrimonio y usarlo para generar alegría y movimiento en nuestros pueblos. Que si nos ponemos, somos capaces de convertir un castillo en un portal al pasado. Y eso, amigos, no tiene precio.
Y vosotros, ¿habéis ido? Contadme qué os pareció en los comentarios. O, si no, id volando porque el domingo es el último día. ¡A vivir el Medievo!