Opinión

El dinero en pareja es como el chocolate

Aixa Almagro | Lunes 20 de octubre de 2025

¡Ay, la economía en pareja! Qué tema tan complejo y, a la vez, tan cotidiano. Si es que parece que todo en la vida es más fácil si se hace de dos en dos, como los pimientos de la huerta de mi abuelo, que siempre crecen en pareja. Pero la cosa cambia cuando hablamos de dinerito. Y no es por ser pesimista, que ya sabéis que soy más optimista que una hormigonera en pleno verano, pero la vida en pareja tiene su aquel.

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Desde la distancia, una cuenta conjunta parece la solución perfecta. Un único lugar donde meter las nóminas, pagar el alquiler, la compra... ¡Todo junto y revuelto! Como las patatas con huevo y pimientos que me hacía mi madre los domingos. Todo tan rico, tan fácil, tan... nuestro. Y es verdad que para el día a día es lo más cómodo. Pero, ¡ay, amigos! Cuando las cosas se tuercen, ese "nuestro" puede convertirse en un verdadero lío.

Resulta que no todo el dinero es de los dos, aunque la cuenta esté a nombre de los dos. Es como si yo me pongo el abrigo de mi novio: es suyo, pero yo lo estoy usando. La ley hace una distinción entre usar el dinero y ser el dueño. Y claro, si no se deja claro de dónde viene cada euro, la cosa se complica.

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En Almería, como en casi toda España, la mayoría de los matrimonios son de gananciales. Lo que se gana después de la boda, es de los dos. Pero si uno de los dos ha metido en esa cuenta un dinero que ya tenía de antes (una herencia, por ejemplo), ese dinero sigue siendo de esa persona. Y si no se documenta, ya la hemos liado parda. Imaginaos que mi abuela me regala una joya de la familia y yo la vendo para poner el dinero en la cuenta común. Si mañana me separo, ¿cómo demuestro que ese dinero era mío? ¡Es un callejón sin salida más difícil que encontrar un hueco en la playa de Cabo de Gata en agosto!

La solución, como casi siempre, es hablar. Sentarse tranquilamente con tu pareja y decidir cómo queréis manejar vuestra economía. Y si es posible, dejarlo por escrito. Un documento privado, sin grandes florituras, que diga claramente de dónde viene el dinero. No es que no nos fiemos, es que, como decía mi padre, "las cuentas claras y el chocolate espeso". Y es la mejor forma de evitar que una ruptura sentimental se convierta en una batalla legal.

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Así que, la próxima vez que vayáis a abrir una cuenta en pareja, no penséis solo en lo práctico. Pensad en lo que podría pasar. ¡Que el amor es muy bonito, pero las finanzas, a veces, son más complicadas! Y vosotr@s, ¿tenéis cuenta en pareja? ¿O preferís la de cada uno, como si fuera una hucha de barro que solo puedes romper tú? ¡Contadme vuestras experiencias