Opinión

Coloraos

Rafael M. Martos | Lunes 25 de agosto de 2025

Almería se viste de fiesta, huele a jazmín y a plancha, el Real bulle y las casetas se llenan. Es la Feria, la de agosto, nuestra gran cita. Pero para el almeriense que mira más allá del tiovivo, sabe que el frenesí de la jarana es también el telón de fondo de una de las conmemoraciones más solemnes y necesarias de nuestra provincia: el homenaje a Los Coloraos.

[publicidad:866]

El 24 de agosto, justo cuando la algarabía ferial está en su punto, se detiene el reloj. No es solo un hueco en la agenda institucional; es un ancla histórica. Un recuerdo vital de que nuestra identidad como tierra de gente luchadora no se escribe únicamente con el glorioso sol y la ingente labor de nuestro campo. También se forja con la sangre de aquellos 22 liberales, fusilados por la espalda en 1824, que osaron soñar con la vuelta a la Constitución de 1812, la Pepa, el primer elemento jurídico que empieza a considerar a España como una entidad, no como el conjunto de varias... por mucho que en los del norte nos ningunearan en las Cortes de Cádiz por nuestro modo de hablar, tal como reflejaban los periódicos de la época.

Esta conmemoración, con su ritual de ofrenda floral en el corazón de la ciudad, la Plaza de la Constitución (la Plaza Vieja para los más castizos), tiene un valor que trasciende el mero acto político. Es un sano ejercicio de memoria colectiva. Y aquí cabe reconocer que la decisión de recuperar y dar lustre a este evento, durante la etapa del entonces alcalde socialista Fernando Martínez, fue un acierto rotundo.

[publicidad:866]

En una tierra como la nuestra, donde la historia ha sido tantas veces reducida a simplificaciones binarias, el recuerdo de Los Coloraos nos pone el foco en un conflicto diferente, pero igual de esencial: la lucha por la libertad contra el absolutismo. Aunque ciertamente, la mayoría de los almerienses de entonces no dieron la talla y se quedaron en sus casas mientras los liberales eran reprimidos por los realistas.

Almería no es solo pendón de la capital o polémicas sobre la memoria de otros siglos. Hay casacas rojas que defendieron la Ley por encima de la bota del Rey. Estos mártires de la libertad nos recuerdan que nuestra historia es rica, compleja, y que no solo se compone de moros y cristianos o de rojos y azules. Es historia de progreso y de ideales universales. Es un capítulo liberal que a menudo se olvida fuera de nuestras lindes, como bien ha apuntado alguna vez algún orador invitado, sorprendido del escaso eco estatal de un acontecimiento de tanta trascendencia.

[publicidad:866]

La conmemoración, que tiene su día grande el domingo con el acto central en la Plaza de la Constitución, se ha enriquecido. La inclusión de un premio el sábado, con esa recreación histórica en el Museo del Realismo Español Contemporáneo (Murec), le da un toque didáctico y espectacular que acerca el drama de los Coloraos al gran público. No es solo la estatua del 'Pingurucho' el centro del recuerdo; es también el arte, el teatro, el relato vivo. Es aplaudir la osadía de aquellos que, con sus casacas inglesas y su ingenuidad liberal, se atrevieron a desembarcar en nuestras playas en pos de la Ley.

Pero, como en todo evento solemne que se institucionaliza, hay detalles que nos exigen rigor. El orador invitado, esa figura que cada año sube al atril para glosar la gesta, es clave. Se busca un perfil de prestigio que eleve el discurso y la efeméride. Y, no siempre, las elecciones han estado a la altura requerida.

[publicidad:866]

Es cierto que estos actos se utilizan, a veces, para dar visibilidad a personas o perfiles relevantes dentro de la esfera política o social de la Comunidad Autónoma o el Estado. No es fácil traer siempre a figuras de primerísimo nivel. No obstante lo más interesante es analizar el enfoque que cada cual escoje para su disertación, porque unos se acogen a los elementos históricos, otros a los políticos, otros establecen paralelismo con el momento actual en que lo realizan... en fin, que siempre es una sorpresa.

En esta ocasión el honor ha recaido en el General de Brigada José Agustín Carreras, una figura respetada y ligada a la Legión. Su presencia es un signo de la normalización y la integración de las Fuerzas Armadas en la sociedad civil. Pero no deja de ser un giro singular en el discurso de la libertad cívica, pues hay que recordar que se honra la valentía de aquellos hombres que, hace 200 años, no buscaron la disciplina del mando, sino la anarquía sagrada de la libertad.

[publicidad:866]

Al final, lo importante permanece: el homenaje a Los Coloraos es un pilar de la memoria de la provincia de Almería. Es un acto que nos enseña que la grandeza de un pueblo reside en su capacidad de mirar hacia atrás, no con rencor, sino para aprender a defender, cada día, la libertad.

TEMAS RELACIONADOS: