Lo dijo muy claro ante las cámaras de la tele. No nos llevemos a engaños con elecciones anticipadas, o dimisiones, Pedro va a mantenerse en el poder hasta el último día y momento que le permita… Ese es el drama, que no sabemos si llegado ese día no se inventará o se sacará de la manga la posibilidad de continuar al frente del poder. Si puede, y cuenta con los apoyos, no se debe descartar que se convierta en el nuevo Chávez o Maduro de España. Cuando alguien es capaz de decir ante la audiencia de un país, con la cara que lo hizo, que “ni la corrupción ni la falta de presupuestos le va a llevar a convocar elecciones o dimitir”, es que está dispuestos a todo lo que haga falta.
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Ya no solo estamos hablando de la corrupción de sus ministros, de su partido, estamos ante la de su familia más íntima, esposa y hermano. Y si ello no te lleva a dimitir y a convocar elecciones, es evidente que estamos ante un aprendiz de dictador que está dando los pasos para perpetuarse en el poder. Perdamos las esperanzas de que el sanchismo, y con él el Psoe se pueda recuperar en un futuro cercano, mientras estén el poder personas como Pedro Sánchez y la militancia que lo apoya. Era descorazonador oír en la tele a un hombre que se dice presidente de un país y de izquierdas, que no va a dimitir bajo ningún concepto, que no se va de la presidencia. Le faltó decir, de aquí nadie me echa. Pero creo que era lo que sentía y pensaba en ese momento: A él no lo echa ni Dios de la Moncloa.
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Y en esas estamos. La prensa nacional ha venido diciendo que no llegaba al turrón, las voces con influencia ponían fecha entre octubre y final de año. Olvídense, ni con agua hirviendo sale este señor de la presidencia. Pueden los jueces, menuda andanada les lanzó, sentenciar a familiares, amigos y partido (esos malditos jueces que están trabajando para la derecha más fachosa), y él no dimitirá, no convocará elecciones, seguirá agarrado al machito del poder. Es capaz de ver entrar en la cárcel a algunos de esos familiares, compañeros y amigos, y él ni se inmutará, se encerrará en algunos de los palacios que le pagamos todos los españoles, se tomará cinco o todos los días necesarios que crea oportunos para pensar y volverá, tras mandar una carta a los ciudadanos contando milongas, como si nada de lo ocurrido le hubiera afectado lo más mínimo a él y a su excelso trabajo para todos los catalanes y vascos. Y serán estos, los que más están ganando con el personaje en el poder los que lo mantengan, muerto políticamente, pero embalsamado para que ellos puedan seguir chupando de la madre España.
Que no se va, coño, que no se va. Antes acaba con nosotros, no sé cómo, pero este tahúr tiene todas las cartas marcadas.