Opinión

PP-A: La calma del Congreso que prepara la tormenta

Rafael M. Martos | Miércoles 24 de septiembre de 2025

Sevilla acogerá en noviembre el próximo Congreso del Partido Popular de Andalucía, una cita a la que acudirán casi doscientos compromisarios almerienses y que, a diferencia de otros tiempos, se prevé como un encuentro tranquilo, casi un paseo militar para su presidente, Juanma Moreno. Con una mayoría absoluta que le ha convertido en una figura indiscutible e indiscutida, Moreno ha consolidado un liderazgo que trasciende las fronteras de Despeñaperros, situándose a la par de otros barones territoriales con sello propio, como Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Ambos, desde sus respectivas comunidades, han demostrado que las mayorías suficientes no solo otorgan estabilidad, sino que permiten imprimir un marcado acento de identidad y gestión.

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Juanma Moreno ha sabido tejer un estilo personalísimo, una suerte de 'morenismo' que huye de la estridencia y la confrontación tanto en el fondo como en la forma. El resultado es un Partido Popular más centrado, que no centrista, capaz de gestionar la compleja realidad andaluza intentando conciliar distintas voluntades. Este PP se aleja con hechos de los extremos que buscan definirlo.

Basta escuchar a la consejera de Inclusión Social, Loles López, hablar con naturalidad sobre inmigración, diversidad sexual o igualdad para constatar la distancia sideral que separa a este gobierno de la ultraderecha. Sus discursos, centrados en la libertad individual y el respeto, descolocan a quienes intentan caricaturizar al PP como un apéndice de Vox.

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Del mismo modo, las cifras desmontan el relato de la izquierda sobre el desmantelamiento de lo público. El incremento neto en el número de profesores y personal sanitario, junto con la mejora de sus condiciones, evidencia una apuesta por los servicios fundamentales que, si bien no exenta de desafíos, contradice la narrativa del deterioro.

Sin embargo, la placidez del cónclave popular contrasta frontalmente con la tormenta que se adivina en el horizonte electoral. El Partido Socialista no se quedará de brazos cruzados y ya ha echado el resto en su ofensiva para que María Jesús Montero sea la próxima presidenta de la Junta de Andalucía. La maquinaria del PSOE, junto a los partidos a su izquierda, trabaja a pleno rendimiento con un objetivo claro y un reconocimiento implícito: saben que Juanma Moreno será el candidato más votado y dan por hecho que ganará las elecciones.

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La verdadera incógnita, la clave de bóveda del futuro gobierno andaluz, reside en la magnitud de esa victoria. Está en manos de los votantes y simpatizantes del Partido Popular decidir si Moreno podrá seguir gobernando con la estabilidad de su mayoría absoluta o si, por el contrario, se verá abocado a pactar con la ultraderecha.

Este escenario abriría una dimensión completamente nueva y, en cierto modo, paradójica. Un pacto con Vox supondría para el PP una tensión similar a la que enfrentaría el PSOE si, para investir a Montero, tuviera que depender de una formación independentista y de extrema izquierda.

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Claro que existe una diferencia fundamental en la naturaleza de esos posibles socios. Para Vox, el enemigo a batir, a menudo, es el propio Partido Popular. Su estrategia pasa por erosionar al PP desde el flanco derecho, tensionando sus políticas y forzándole a asumir postulados que desdibujan su perfil centrado. Cuanto peor le vaya al PP en esa negociación, mejor para Vox.

En cambio, para las formaciones a la izquierda del PSOE, los socialistas no son el enemigo, sino un aliado natural, aunque a veces incómodo. Sus exigencias, aunque firmes en lo programático, no buscarían aniquilar al socio mayoritario, sino condicionar sus políticas desde una perspectiva de colaboración. Basta observar la dinámica de los plenos parlamentarios para comprender que, mientras unos buscan construir puentes, otros se especializan en volarlos. La batalla por Andalucía, aunque parezca lejana, ya ha comenzado. Y su resultado no dependerá de la calma de un congreso, sino de la confianza que los andaluces depositen, o no, en un proyecto que ha hecho de la moderación su principal bandera.