Israel ha reafirmado su postura respecto a la llegada de la Flotilla de la Libertad, asegurando que los activistas no podrán desembarcar. En el puerto de destino, se han desplegado 600 agentes de policía para proceder con la extradición de los miembros de la flotilla tan pronto como sea posible.
Las autoridades israelíes han implementado un plan que incluye trasladar a los activistas a un buque de guerra. Además, se contempla la posibilidad de hundir aquellos barcos que no puedan ser llevados a puerto. Esta estrategia busca evitar cualquier tipo de ingreso de los activistas en territorio israelí.
La situación en el mar se desarrolla en una zona considerada de alto riesgo por Israel. Las fuerzas navales están preparadas para interceptar la flotilla y llevar a cabo las acciones necesarias para asegurar que no logren alcanzar su objetivo.
El enfoque del gobierno israelí es claro: impedir que los activistas desembarquen y garantizar que las operaciones se realicen sin contratiempos. La tensión en torno a esta situación continúa creciendo, mientras se monitorea cada movimiento relacionado con la Flotilla y sus integrantes.