El pasado lunes 29 de septiembre recibí la terrible noticia de la muerte de Antonio como un mazazo. Lo conocí en El Ejido, allá por 1992, donde ambos llegamos por motivos laborales. Enseguida surgió una total sintonía religiosa, dada su personalidad creyente. Creció la simpatía al predicar a la Virgen de Gádor en marzo de 1995, y se consolidó cuatro años después, cuando llegué en 1999 a servir las parroquias de Berja.
Nacido en una familia sencilla y trabajadora, Antonio Campos Reyes creció con dos hermanos. Tras superar la Enseñanza Media en el Instituto de Bachillerato de Berja, aprueba con 19 años una oposición a la Diputación, donde trabaja un tiempo. Al poco obtiene por oposición plaza de Funcionario de la Administración local. Posteriormente obtuvo la licenciatura en Humanidades, cursada en la Universidad de Almería, con el segundo mejor expediente de su promoción.
Ha ascendido hasta hacerse un sitio en la vida, paso a paso, por los duraderos y honrosos peldaños del esfuerzo personal y el mérito. En su actuar se acreditó por su sagacidad, dotado de tesón indomable. Le adornaba la galanura en el hablar, con su punto de sorna… D. Antonio profesó las sólidas convicciones del humanismo cristiano, llevadas no de modo vergonzante, sino con firme elegancia.
Participó con frecuencia en congresos, ha publicado una veintena de estudios y numerosos artículos divulgativos. Ha dirigido numerosas actividades culturales. Llegó a la edad adulta equipado con crecidas realizaciones, personales y sociales.
Antonio Campos en mi etapa hizo una gran labor como colaborador parroquial. Dios le ha agraciado con la dicha de crecer en una familia creyente y en un pueblo religioso. ¡Bendita la familia que transmite la fe a su prole! Personalmente, debo dar gracias a Dios, que me ha bendecido siempre con buenos colaboradores. Movidos todos por la recta intención, buscando la gloria de Dios y el bien de las almas, suele añadirse entre párroco y colaboradores -como fruto del Espíritu Santo- la mutua estima, sobreabundante en este caso. Teníamos -como es frecuente- caracteres distintos, pero nos hemos entendido muy bien. Porque siempre nos hemos respetado, y hemos hablado con franqueza.
Seriamente católico, activo, cooperador de la parroquia desde tiempos de D. Antonio Durán q.e.p.d., el Sr. Campos para mí fue un colaborador leal y eficiente. Colaboró trabajando para el Señor, para la Iglesia. Ahí está su tarea en la Hoja Parroquial, en la Adoración Nocturna Española -grupo que también atendía los cultos a la Beata Josefa Ruano-, los cultos de mayo… Luego le han implicado también a nivel supraparroquial, en organismos diocesanos. Es autor del himno al primer santo almeriense, S. José María Rubio, compuesto para su canonización, en 2003. También compuso el himno para la coronación de la Virgen del Martirio. Y el himno para la coronación de la patrona.
Antonio Campos, salta a la vista, era devoto de la Virgen. Siempre dinámico. Como cuando se restauró la Imagen de Nª Madre Bendita. Supo justificar la procedencia de la intervención, desmontando mi recelo, y el de la Hermandad. Vivió y difundió con sus investigaciones la devoción a María Smª de Gádor. Tiene especial resonancia su documentado trabajo sobre la destrucción de la primitiva imagen de la patrona, y realización de la actual. Pocos tan entusiastas, tan entregados, tan fervientes. Su encomiable servicio como Hermano Mayor lo atestigua. Y la Ciudad de Berja no dejó de reconocerlo.
Desplegó todo su dinamismo para la realización la Coronación Pontificia de María Smª de Gádor, Excelsa Patrona de la Ciudad de Berja. Dinamismo que quedó patente en el Congreso Mariano Nacional, celebrado meses antes en esa ciudad, y en los demás actos preparatorios.
El último cumpleaños bromeábamos sobre la veteranía alcanzada. Quién iba a decir lo que vendría… Que los ángeles te lleven al Paraíso, hermanico.