Opinión

Error de comunicación

Juan José Cano | Miércoles 08 de octubre de 2025

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Estos días hemos asistido a un nuevo eufemismo del gobierno popular de la Junta de Andalucía para ocultar su incompetencia. Nos dicen que ha habido un "error de comunicación" al no informar a unas 2.000 mujeres que sus mamografías presentaban indicios sospechosos de cáncer de mama. No, no se confundan. Esto no es un simple fallo en el envío de una carta o una llamada. Esto es un error de gestión. Muy grave. Una negligencia gravísima que juega con la vida de las personas y que es el síntoma de una enfermedad mucho más profunda que sufre nuestra sanidad pública, especialmente en Almería.

Para los almerienses este tipo de noticia, por terrible que sea, no nos sorprende. Es la consecuencia directa y dolorosa de décadas de abandono. Durante casi 40 años de gobierno socialista, que hoy sacan las antorchas a diario, pero no recuerdan su nefasto legado, Almería fue sistemáticamente la última en inversión sanitaria, la última en camas hospitalarias, la última en todo. Y ahora, con el gobierno del Partido Popular, a pesar de los discursos triunfalistas y los tan cacareados presupuestos récord, la realidad que percibimos los almerienses de a pie, no los palmeros del partido en el gobierno o los críticos del partido en la oposición, es que el deterioro silencioso de la sanidad de calidad continúa. Andalucía sigue a la cola de la inversión sanitaria por habitante en España. ¿Y saben quién está a la cola dentro de Andalucía? Efectivamente, Almería. Como ocurre con todo.

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Este abandono se traduce en cifras que deberían avergonzar a cualquier gobernante. Según datos recientes, en julio de 2024, Almería vio cómo las listas de espera para el especialista aumentaban en casi 3.000 personas, con cerca de 42.000 pacientes esperando más de los 60 días que marca la ley. Somos una de las provincias con peores demoras. ¿Y qué me dicen de la falta de personal? Es crónica. El Colegio Oficial de Enfermería lo ha denunciado con contundencia: Almería es la última provincia andaluza en ratio de enfermeras, con 4,77 por cada 1.000 habitantes, muy lejos de la media nacional (6,36) y a años luz de la europea (8,19). Faltan médicos, faltan matronas, falta personal asistencial, y el resultado lo sufrimos todos: semanas para una cita en atención primaria, jornadas enteras en las saturadas urgencias de nuestros hospitales, y meses, a veces años, para una operación o una consulta con un especialista que puede ser vital.

Lo más sangrante es que la solución del gobierno andaluz, tanto del de antes como el de ahora, es la misma: desviar nuestro dinero a la sanidad privada. Se ha cronificado una práctica que antes criticaban con ferocidad. Derivan pacientes, pruebas y operaciones a clínicas privadas, donde, curiosamente, muchas veces nos atienden los mismos facultativos, esos que no tienen horas en la pública. ¿No es esto una prueba más de que el problema no es de dinero, sino de una gestión nefasta y una falta de voluntad política para defender lo que es de todos? Y este desastre, esta dejadez, se replica como un calco en otros servicios esenciales. En Almería, más de 6.000 personas siguen esperando una valoración de la dependencia, atrapadas en un laberinto burocrático que les niega sus derechos. Por no hablar de los barracones, que se quedan levantados durante años en vez de tener aulas en los colegios, en muchas ocasiones sin un correcto mantenimiento o con carencias climáticas.

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Así que, cuando la Junta de Andalucía nos habla de un "error de comunicación", como también trasladan como loros sus terminales mediáticas, yo digo que mienten. No informar a 2.000 mujeres de un posible cáncer no es un error de comunicación, es la consecuencia de un sistema colapsado por su propia inoperancia. Pero aquí nadie dimite. Dimitir es un nombre ruso, dicen. Los mismos que pidieron airadamente la cabeza de la ministra de igualdad por el desastroso sistema de las pulseras telemáticas que debían protegerlas de sus maltratadores y no lo hacían, hoy callan y justifican lo injustificable. Hoy en día, en la prensa hay más voceros de partido que periodistas libres. Son los mismos que se negaban a aceptar que, ante el colapso de nuestras listas de espera, desde la propia Consejería se abrió la puerta a que los almerienses fuéramos atendidos desde otras provincias, incluso desde otras comunidades autónomas. El servilismo al que les paga la publicidad institucional les impide reconocer la realidad, porque la verdad no les debe estropear un titular, y mucho menos la cuenta de resultados.

Los almerienses no queremos más inauguraciones de edificios vacíos, con atril, photocall y sonrisas del ejercito al completo del partido en el poder. Queremos una sanidad pública que funcione, con profesionales suficientes, bien remunerados y tratados, que quieran que Almería sea su casa. Con plazos razonables en la atención y, sobre todo, con gestores que estén a la altura. Y que reconozcan los errores de la única manera que se puede hacer en política, no pidiendo disculpas y poniendo cara de circunstancias, sino dejando su puesto a otro que lo haga mejor. Porque cuando la gestión está en manos de incapaces, cuya única respuesta es que han sido "errores de comunicación", no son capaces de ver que lo que hay detrás son dramas personales y, en el peor de los casos, vidas perdidas. Y eso, para los almerienses, es imperdonable. No lo vamos a olvidar.