Opinión

Libertad Religiosa

Aixa Almagro | Lunes 03 de noviembre de 2025

¡Qué titular tan rotundo nos deja el Papa León XIV! En un mundo donde parece que todo es susceptible de debate o de meter en el cajón de lo "negociable", me alegra leer que el derecho a la libertad religiosa ha sido calificado por el Pontífice como "esencial" y, lo que es más importante, "no es opcional". Esto lo ha dicho a la gente de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), una organización que sabe mucho de lo que es jugársela por la fe.

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Y es que, pensémoslo bien. ¿Qué es la libertad si no la capacidad de pensar, creer y vivir según tus convicciones más íntimas? Para un almeriense, esa libertad es poder ver la procesión del Encuentro en la Plaza de la Catedral sin miedo, o celebrar el Corpus Christi con normalidad, sea cual sea el barrio, desde el Casco Histórico a la Vega de Acá. Es una parte fundamental de nuestra identidad, y lo que el Papa subraya es que esto no es un extra que un gobierno pueda dar o quitar a su antojo.

Me viene a la cabeza la frase de mi abuela Carmen cuando me contaba historias de antes: "Hija, lo que llevas dentro, lo que te hace ser tú, eso no te lo quita nadie si no quieres". Y la fe, o la falta de ella, es de lo más profundo que llevamos. Si el mundo permite que se persiga, se discrimine o se oprima a alguien por cómo reza (o por no rezar), entonces estamos fallando en la base misma de la convivencia. Es como si te prohibieran comer un buen tabernero o pasear por el Cable Inglés solo porque a alguien no le gusta. ¡Una barbaridad!

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Este discurso del Papa, más allá de la cuestión religiosa, es un toque de atención sobre la dignidad humana. Cuando se coarta la libertad de creer, se coarta la libertad de ser. Y es en los lugares donde AIN trabaja, donde esa libertad brilla por su ausencia, donde el mensaje se vuelve vital. No es solo defender a una iglesia, es defender el principio universal de que a nadie se le debe obligar a esconder quién es.

Es una defensa clara de un pilar que debería ser inamovible en cualquier sociedad que se precie de ser justa. La libertad de credo no es una concesión; es un derecho que viene de serie. Y ojalá que los líderes mundiales, en lugar de mirarlo como un tema secundario, lo pongan en el centro de sus agendas. Porque si la fe es opcional, la libertad, definitivamente, no lo es.