ANDALUCÍA

Investigadores de Cádiz crean bioplástico con mango para conservar alimentos en Almería

Innovación en bioplásticos: un avance que podría beneficiar la industria agroalimentaria de Almería y su sostenibilidad

Lola Benavides | Lunes 27 de octubre de 2025

Un innovador proyecto de investigación financiado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación está dando un paso significativo hacia el desarrollo de materiales más sostenibles en la industria alimentaria. Este esfuerzo proviene del Departamento de Ingeniería Química y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Cádiz (UCA), donde se ha creado un nuevo bioplástico que incorpora extractos de hoja de mango, diseñado para prolongar la vida útil de los alimentos.

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La clave del diseño radica en la combinación de dos polímeros: uno derivado de recursos vegetales como el maíz o la caña de azúcar, y otro producido por bacterias. La innovación principal consiste en la introducción de compuestos naturales a través de un proceso que utiliza dióxido de carbono en estado supercrítico, evitando así el uso de disolventes químicos o altas temperaturas que podrían comprometer las propiedades del material. Este método permite que el CO? actúe simultáneamente como líquido y gas, facilitando la incorporación de los extractos sin dejar residuos nocivos.

Nuevas perspectivas en el envasado sostenible

Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Industrial Crops and Products, destacando que este bioplástico es biodegradable y apto para el envasado activo. Su capacidad para conservar diferentes tipos de alimentos, desde frutas hasta carnes y salsas, lo convierte en una alternativa viable a los plásticos convencionales derivados del petróleo. Además, este avance promueve una economía circular al reutilizar residuos agrícolas generados en Andalucía. “Nos centramos en un cultivo presente en Andalucía como es el mango, aprovechando desechos que normalmente se queman”, explica Ignacio García-Casas, investigador de la UCA y coautor del estudio.

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El equipo también ha trabajado anteriormente con plásticos impregnados con extractos naturales procedentes de hojas de olivo y naranjo. En esta ocasión, han utilizado hojas de mango proporcionadas por el Instituto de Horticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ en Málaga. Estos subproductos contienen una alta concentración de moléculas bioactivas como polifenoles y flavonoides, que son esenciales para la conservación alimentaria.

Avances técnicos y próximos pasos

El proceso para incorporar el extracto al bioplástico combina ácido poliláctico y polihidroxibutirato mediante CO? supercrítico. Las pruebas realizadas confirmaron que las condiciones óptimas se logran a presiones intermedias y temperaturas moderadas, sin afectar la estabilidad térmica del film resultante. “Al despresurizar no queda solvente orgánico en la muestra plástica frente a otras técnicas”, señala Diego Valor, coautor del estudio.

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A medida que avanzan las investigaciones, el equipo ahora se enfoca en evaluar cómo este nuevo polímero libera sus compuestos antioxidantes al entrar en contacto con los alimentos. Utilizando fluidos estandarizados que simulan productos frescos, han comprobado que el material puede liberar sustancias beneficiosas como ácido gálico, lo que abre posibilidades para crear envases personalizados según su contenido.

Desafíos y perspectivas futuras

Aunque actualmente se encuentra en fase experimental, los investigadores confían en poder escalar esta tecnología hacia aplicaciones industriales. Sin embargo, están trabajando para optimizar el color verde aportado por la clorofila al plástico final, ya que muchas empresas prefieren materiales transparentes. “Este color puede ser un impedimento pero también sirve como indicador para asegurar una impregnación homogénea”, comenta Ludisbel León-Marcos, autora principal del estudio.

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El siguiente paso será analizar cómo se comporta este bioplástico bajo condiciones reales de envasado y su capacidad biodegradativa. Además, han realizado pruebas utilizando desechos agrícolas como ramas y hojas de olivo, encontrando propiedades antioxidantes similares. “Hemos demostrado que es posible fabricar envases respetuosos con el medio ambiente y que ayuden a conservar los alimentos durante más tiempo”, concluye León-Marcos.

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