La defensa del hombre investigado por el presunto asesinato, maltrato y agresión sexual del niño cuyo cuerpo fue hallado oculto en una fortificación de la playa de Garrucha, Juan David R.C., ha solicitado al juez la práctica de nuevas diligencias de investigación. El despacho MCHM Abogados, que representa al investigado, plantea la necesidad de explorar si el fallecimiento del menor, de cuatro años, pudo producirse "en el curso de una práctica pseudoterapéutica fallida" derivada de un ritual, en lugar de ser consecuencia exclusiva de un acto violento, lo que podría derivar en encuadrar los hechos en un "homicidio imprudente".
En un comunicado, la defensa sostiene que su cliente "mantiene su inocencia respecto a la causación intencional de la muerte" del menor y que el caso debe ser analizado bajo "una praxis ritual peligrosa que termina en tragedia, pero que carece de la intención dolosa de matar". Este planteamiento se realiza pese a los indicios recopilados hasta el momento y a las medidas judiciales adoptadas, entre las que consta una orden de alejamiento que pesaba sobre el investigado con respecto al niño, fechada el 20 de octubre por malos tratos.
El letrado Manuel Martínez Amate ha pedido ante la Sección Civil y de Instrucción del Tribunal de Instancia 3 de Vera, que ratificó la prisión preventiva para el investigado y la madre del menor (pareja sentimental del coinvestigado), nuevas diligencias. El abogado asegura que puede haber indicios de que el niño fue sometido a una "etiología ritual", según su lectura de los informes forenses preliminares y los datos que obran en el atestado.
La defensa cuestiona la conclusión del informe preliminar de autopsia que señalaba como causa de la muerte del menor, ocurrida en torno a las 15:30 horas del 3 de diciembre, un "shock hipovolémico por desgarro hepático y politraumatismo abdominal". El letrado considera que la interpretación de estas lesiones como fruto exclusivo de golpes de ira resulta "incompleta", ya que la lesión interna podría ser compatible con "maniobras de compresión mecánica rítmica o sostenida" vinculadas a un supuesto rito de santería.
Según la interpretación expuesta ante el instructor, los hematomas y las lesiones internas señaladas por el forense podrían derivar de prácticas relacionadas con "ciertos rituales de purificación o sanación no regulados", en los que "se ejerce presión extrema sobre el abdomen del menor para expulsar supuestos males". En esta línea, el abogado menciona referencias en el atestado sobre el "uso de agua bendita" y "la solicitud de elementos de índole espiritual en el entorno familiar" del niño "horas antes" de su fallecimiento.
Por ello, la defensa ha solicitado la ampliación del análisis toxicológico para intentar localizar determinados componentes y "aceites esenciales tóxicos" que podrían encontrarse en "hierbas" o "brebajes de uso ritual" y que, según su tesis, pudieran haber provocado una "necrosis hepática fulminante y hemorragias internas". La defensa argumenta que, sin descartar la presencia de estas sustancias, es imposible determinar si el fallo orgánico del menor fue exclusivamente traumático o si existió una co-causa toxicológica derivada de una ingesta facilitada por terceros.
De otro lado, se ha solicitado una pericial "de contexto antropológico" para determinar si el menor estaba siendo sometido a terapias alternativas por parte de sus cuidadores biológicos o figuras externas como "curanderos". El abogado defiende la pertinencia de estas pruebas, poniendo como ejemplo un caso registrado en abril de este año en la provincia, donde un bebé falleció tras una circuncisión clandestina, que "se investigó como una imprudencia derivada de una práctica cultural, no como un asesinato".