En el 18% de los municipios de Almería no nació nadie en 2024

Los datos demográficos correspondientes al año 2024 en la provincia de Almería dibujan un escenario de marcados contrastes, donde la vitalidad de las grandes urbes del Poniente choca frontalmente con la realidad de un interior cada vez más envejecido. El análisis de las cifras de nacimientos y crecimiento vegetativo revela que el invierno demográfico se ha instalado con crudeza en las zonas rurales, hasta el punto de que en una veintena de localidades almerienses no se registró ni un solo alumbramiento a lo largo de todo el ejercicio. Municipios como Albanchez, Alsodux, Bayárcal, Bayarque o Bédar, entre otros muchos situados en las comarcas de Los Filabres-Tabernas y el Almanzora, cerraron el año con el contador de nacimientos a cero, una situación que compromete el relevo generacional y agrava el riesgo de despoblación en estas áreas de la geografía provincial.

Esta ausencia de nuevos vecinos en las zonas rurales contrasta con la dinámica de los grandes núcleos de población, aunque no todos se comportan de la misma manera. El verdadero motor demográfico de Almería, entendido como la capacidad de generar crecimiento natural por la diferencia positiva entre nacimientos y defunciones, reside indiscutiblemente en el Poniente. El Ejido se posiciona como el municipio con mayor fortaleza en este ámbito, registrando un saldo vegetativo positivo de 513 personas, una cifra que refleja un dinamismo muy superior al de la propia capital. De hecho, la ciudad de Almería, aunque registró el mayor número absoluto de nacimientos con 1.662 bebés, apenas logró un crecimiento vegetativo de 8 personas, lo que indica un estancamiento técnico donde los fallecimientos prácticamente igualaron a los alumbramientos.

En el extremo opuesto de la balanza se encuentran aquellos municipios que, independientemente de su tamaño, están perdiendo población de manera natural a un ritmo acelerado. El caso más significativo es el de Huércal-Overa, que presenta el peor saldo vegetativo de la provincia con una pérdida natural de 58 habitantes, resultado de un número de defunciones que supera ampliamente a los nacimientos. Le sigue muy de cerca Mojácar, que con un saldo negativo de 56 personas refleja las particularidades de su estructura poblacional, muy vinculada a residentes de edad avanzada y jubilados europeos. También destacan en esta tendencia negativa localidades como Arboleas, que perdió 39 habitantes en su saldo natural, o Lubrín, con una merma de 25 personas.

La brecha entre la costa y el interior se hace patente también al observar el comportamiento de las áreas metropolitanas y las zonas de expansión. Huércal de Almería se confirma como un municipio joven y en expansión, con un saldo positivo de 57 personas, actuando como un polo de atracción para familias jóvenes frente a una capital más estancada. Por su parte, Garrucha se desmarca de la tendencia negativa del Levante con un crecimiento de 30 personas, y Cuevas del Almanzora logra mantener el tipo con un saldo favorable de 43, convirtiéndose en excepciones dentro de una comarca donde localidades como Macael o María sufren pérdidas de población natural.

El análisis de estos datos, facilitados por la Administración, pone de manifiesto que Almería avanza a dos velocidades. Mientras un puñado de municipios en el arco del Poniente y el área metropolitana concentran la natalidad y el crecimiento, una gran parte del territorio, especialmente en el interior y la montaña, se enfrenta al reto de la sostenibilidad demográfica, con pueblos enteros como Alcudia de Monteagud, Benitagla, Cóbdar o Velefique donde el silencio de las cunas vacías se ha convertido en la norma durante el último año.