La provincia de Almería cerró 2023 con una renta neta media por persona de 11.543 euros, de acuerdo con el Atlas de distribución de renta de los hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuyos datos, publicados con decalaje, siguen siendo en diciembre de 2025 los últimos oficiales disponibles. La cifra consolida una mejora continuada desde 2015, tal y como refleja la serie histórica, pero vuelve a situar a Almería entre las provincias con menor renta media del Estado.
El dato no es aislado ni coyuntural. Almería avanza, sí, pero lo hace a un ritmo insuficiente para cerrar la brecha con otros territorios, incluso con aquellos que comparten características productivas o demográficas similares. La paradoja vuelve a repetirse: una provincia con alta capacidad exportadora, liderazgo agroalimentario y crecimiento demográfico sostenido, pero con niveles de renta claramente rezagados.
Dentro de Andalucía, Almería ocupa el último lugar en renta neta media por persona. Todas las demás provincias superan el umbral de los 11.800 euros, con Sevilla (12.964 €) y Málaga (12.950 €) a la cabeza, seguidas por Granada (12.709 €), Córdoba (12.386 €) o Cádiz (12.335 €). Incluso Jaén, tradicionalmente asociada a rentas más bajas, se sitúa por encima con 11.847 euros.
La diferencia con la media andaluza no solo es cuantitativa, sino estructural. Mientras otras provincias han diversificado su tejido económico hacia sectores con mayor valor añadido o han absorbido mejor el crecimiento del empleo, Almería continúa muy vinculada a actividades intensivas en mano de obra y con salarios medios más bajos, pese a su fortaleza productiva.
Si la comparación se amplía al conjunto del Estado, el desfase se acentúa. Provincias como Madrid (18.142 €), Barcelona (17.062 €) o los territorios históricos del País Vasco, con Gipuzkoa a la cabeza (19.616 €), duplican prácticamente la renta media almeriense.
Incluso provincias del interior, sin el peso exportador de Almería, presentan niveles sensiblemente superiores. Huesca (15.140 €), Zaragoza (15.650 €), Burgos (15.988 €) o Asturias (15.784 €) muestran que el diferencial no responde únicamente al tamaño económico, sino a la estructura del empleo, los salarios y la productividad.
En el conjunto del arco mediterráneo, Almería también queda descolgada. Valencia (14.435 €), Castellón (14.029 €) o incluso territorios insulares como Baleares (16.118 €) y Canarias, con Las Palmas en 13.806 euros, se sitúan claramente por encima.
La serie histórica del INE refleja una subida constante de la renta neta media en Almería desde 2015, cuando se situaba en torno a los 8.000 euros. En menos de una década, el incremento supera los 3.500 euros por persona, lo que evidencia una recuperación tras la crisis financiera y el impacto posterior de la pandemia.
Sin embargo, ese crecimiento se ha producido en paralelo al del resto del país, sin alterar sustancialmente la posición relativa de la provincia. Almería crece, pero no converge. La mejora no se traduce en un salto cualitativo que permita reducir las desigualdades territoriales.
El contraste entre renta y capacidad productiva vuelve a colocar a Almería ante uno de sus debates estructurales. La provincia es líder estatal en exportaciones hortofrutícolas, mantiene un peso relevante en el sector agroindustrial, ha incrementado su población en los últimos años y actúa como polo de atracción migratoria.
Sin embargo, ese potencial no se refleja en la renta media disponible de sus habitantes. Factores como la temporalidad, la fragmentación del empleo, la presencia de economía de bajos salarios y una limitada implantación de sectores intensivos en conocimiento siguen condicionando los ingresos reales de los hogares.
A finales de 2025, los datos de 2023 siguen siendo la referencia oficial para medir la renta en las provincias españolas. Desde entonces, Almería ha atravesado nuevos ciclos de crecimiento económico, tensiones inflacionistas y ajustes laborales cuyo impacto real aún no ha sido cuantificado estadísticamente.
La incógnita no es tanto si la renta seguirá aumentando, sino si lo hará lo suficiente como para cambiar la posición de la provincia en el mapa económico del Estado. De momento, los números confirman una mejora sostenida, pero también una realidad persistente: Almería continúa siendo una de las provincias donde el esfuerzo económico de sus ciudadanos no se traduce, todavía, en niveles de renta acordes a su peso productivo.