Opinión

El Belén

(Foto: Cibeles AI).
Juan Torrijos Arribas | Miércoles 24 de diciembre de 2025

¿Qué tal lleva las compras? Como siempre todo lo dejamos para el último día. Somos así. ¿Y la cena de mañana, hoy para ustedes? Controlados los comensales. ¿Viene el cuñao? Es de imaginar que estará. Feliz nochebuena.

En casa, en la zona noble del que pomposamente llamamos salón, si se le puede llamar así, todos los años, llegado el mes de diciembre, se va creando una pueblo de pequeñas figuras, de luces de colores, de valles y ríos que cruzan puentes, de hombres y mujeres que trabajan en sus labores, de animales que pactan, de soldados que lucen su galanura delante del castillo o palacio, de reyes que se van a acercando. Estos vienen de lejos, dicen que siguiendo la estela de una estrella que luce sobre el cielo de esa mítica ciudad, donde en una cueva, entre la mula y el buey, con la cara seria de José y la hermosa de una mujer sentada, un pesebre de madera sostiene la pequeña figura del niño Jesús.

Este año, como en los anteriores, el belén de cada navidad está presente en el hogar. Y tras los movimientos que vemos en distintos puntos de España y otros países que hasta ayer celebraban la fiestas de navidad, y que ahora están empezando a poner distintos nombres a las mismas, es el momento de levantar la voz y decir alto y claro lo que ha sido la historia de esta sociedad en la que nos hemos criado. En mi casa se monta el belén, en mi familia se cantan villancicos cada año, en mi hogar se enciende las luces de colores en honor al nacimiento de Jesús. En mi balcón se exponen signos de la festividad que estamos celebrando, y lo vamos a seguir haciendo, y no vamos a dejar de hacerlo mientras tengamos fuerzas para ello.

No tengo demasiada fe en la Iglesia, y en los que la dirigen más bien ninguna, no deja de ser una secta, lo saben los que me conocen, pero tengo una gran fe en esos seres humanos que son capaces de hacernos emocionar cuando hablan de lo que significan estas fechas para ellos, de los que se reúnen a cantar en estos días villancicos por el amor de estar juntos y recordar la fecha que estamos viviendo, los que son capaces de soportar el peso de unas trabajaderas cuando llega el ciclo de la muerte del que hoy nace entre nosotros. Un filósofo alemán dijo: Dios no creó al hombre, el hombre creó a Dios. Lo mismo no estaba desencaminado, y fue la necesidad del ser humano la que creó una figura en la que mirarse, en la que apoyarse, a la que seguir como ejemplo de vida.

Es posible que sea eso lo que nos lleva a que cada año en casa se viva con intensidad el belén, la llegada de Jesús, la necesidad de sentir el ejemplo de lo que ha sido la vida de aquel que nació en un pesebre para enseñarnos el camino de la bondad y de la alegría. En casa siempre estará, cuando llegue diciembre, la recreación de un pueblo donde pequeñas imágenes nos recuerden, entre luces de colores, los valores que nunca debemos abandonar. Feliz Navidad a los hombres de buena voluntad.