El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha desmentido las acusaciones de que su país haya atacado una residencia del presidente ruso, Vladimir Putin, ubicada en Nóvgorod. En su declaración, Zelenski enfatizó que tales afirmaciones son infundadas y forman parte de una campaña de desinformación por parte de Rusia.
En respuesta a estas acusaciones, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, advirtió que "este tipo de acciones imprudentes no quedarán sin respuesta". Lavrov también anunció que Moscú planea llevar a cabo bombardeos contra Ucrania como represalia por lo que consideran un ataque.
La tensión entre ambos países ha aumentado significativamente tras estos eventos. Rusia ha manifestado su intención de "reconsiderar" su postura en las negociaciones con Ucrania, lo que podría complicar aún más la situación diplomática en la región.
Las declaraciones de Zelenski y Lavrov reflejan un clima de hostilidad creciente y resaltan la fragilidad del proceso diplomático actual. Las partes involucradas parecen estar atrapadas en un ciclo de acusaciones y amenazas que dificultan cualquier avance hacia una resolución pacífica del conflicto.