Opinión

Patrimonio almeriense en el guano

Jose Fernández | Miércoles 23 de abril de 2014
Los niños almerienses sueltan palomas al aire por el Día de la Paz y las crónicas poetizan el acto con aires picassianos. Allá gustos. Pero tal como uno lo ve, las palomas son ahora un peligro más grave para el patrimonio almeriense que lo que llegaron a ser para el gótico europeo los Stukas de la Luftwaffe. Y es que estos bichos –creo que es en “Manhattan” (Woody Allen,1979) en donde uno de los personajes se refiere a ellas como “ratas con alas”- no sólo son eficaces transmisores de criptococosis, histoplasmosis, colibacilosis, salmonelosis y ectoparásitos como piojos y garrapatas, sino que además se cargan y arruinan los edificios con sus mierdas. Mientras salta ahora el ecologista de turno a afearme estas líneas, permítanme que señale dos edificios emblemáticos de Almería dañados severamente por las palomas: el Ayuntamiento en ruinas y la Estación de Renfe. Permítanme que obvie ahora el inacabable capítulo de las gandulerías políticas y me centre en la sorprendente indiferencia de la sociedad almeriense ante la desintegración de su patrimonio histórico. No es ya la miseria suprema de tener tapado con una lona el principal edificio civil de la capital para evitarnos el bochornoso espectáculo de su necrosis; es, por ejemplo, no querer asomarse a la vieja estación -escenario de miles de partidas y regresos- para ver que el suelo está copiosamente cubierto de varios dedos de guano de paloma. Insisto en que no quiero entrar ahora en qué administración es la responsable o la culpable, que ya habrá tiempo para ello y los domingos son días para la reflexión y el sosiego. Déjenme que estas líneas sean una llamada de atención a la sociedad que es capaz de salir a la calle a celebrar que once jóvenes millonarios han promocionado de categoría futbolística, pero permanece indiferente ante el derrumbe progresivo de su marco urbano. Comprendo que las palomas se caguen en todos nosotros.