Opinión

Un convenio con Marruecos para Europa y por el ser humano

Anabel Lobo | Miércoles 23 de abril de 2014

No se puede encerrar a toda África para que no tenga acceso a Europa. No se puede encerrar la libertad, y últimamente pareciera que el norte de África se ha convertido en un campo de concentración del que sólo se puede salir cruzando Ceuta, Melilla, y el mar. No podemos seguir viendo cada día como se crea un tapón de gente desesperada intentando pasar una frontera llena de cuchillas, pelotazos, y Guardia Civil. Y ahora que andan los partidos políticos haciendo campaña por Europa. ¿Por qué no aprovechar el momento y proponer desde España la regulación de la entrada de subsaharianos en un convenio europeo que se acuerde con Marruecos?. No se trata de hacerle un favor a nadie, se trata de aprovechar la mano de obra que ellos puedan ofrecer a países, como los nórdicos, necesitados de mano de obra en algunos sectores, ahora que tienen una población envejecida. Seguro que a algún político con principios, de los que quedan todavía, ya se le ha ocurrido sugerirlo. ¿Qué no es el momento?. ¿Y cuándo lo será?.

Ha llegado el momento de hablar con Marruecos para evitar la catástrofe y ponerla a favor de Europa. ¿Cómo?. Primero hay que determinar cuántas personas necesita cada país europeo para trabajar, definir sus perfiles; segundo, hay que crear planes de formación para los subsaharianos que quieran venir, tercero y el más importante, hay que concienciar a Marruecos de una forma de trabajar en conjunto con Europa, y por supuesto de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos para que no decidan una emigración masiva. Marruecos tiene que aprender a delimitar sus fronteras para ciudadanos de países que vienen del centro o del sur de Africa. Es un trabajo en cadena. Porque también hay que ayudar a África. Ese continente que tan olvidado tenemos en Europa desde que hemos empezado con nuestra crisis. Es normal que el ser humano se mire a su propio ombligo. ¿Es capaz el ser humano de mirar el ombligo de otros?. Quizás no, pero debería, más cuando las cosas son posibles, racionalizando y razonando, todo es posible en esta vida. Llámenme ilusa, probablemente, lo soy.

Al ser humano nunca se le ha dado muy bien trabajar en cadena, sobre todo cuando la labor toca fronteras territoriales y religiosas, pero a lo mejor va siendo hora de comenzar a hacerlo. De comenzar a trabajar realmente en el principio de una Aldea Global. Es complicado, pero no es tan utópico como se pueda pensar. Es preferible trabajar regulando, aunque el trabajo no sea fácil, que esperar detener con un tapón a una marea humana que ansía la libertad de las fronteras para incrementar su calidad de vida. Luego quizás quisieran anexionarse otros países africanos. Pero eso no nos debería dar miedo, el miedo es el que vemos cada día en el telediario cuando tantas personas desesperadas intentan cruzar la frontera por Ceuta o Melilla.

No podemos seguir deshumanizándonos. Debemos regular los permisos que se pueden dar para mejorar las vidas de esas personas cuya herencia corre por nuestra propia sangre. Debemos evitar esta sinrazón, y no hay otra manera de conseguirlo más que desde el ámbito político. Ahora que estamos en plena campaña política europea, quizá sea un buen momento para hacerlo, o tal vez, incluso para exigirlo, estoy segura de que ya lo piensan algunos de nuestros gobernantes. Ojala que así sea, y que desde la política se pueda demostrar que si se quiere, se puede. No estamos haciendo un favor a nadie, más que a nosotros mismos.