Rafael M. Martos | Martes 05 de agosto de 2014
Hay un disco magnífico de Barricada titulado “La tierra está sorda”, un album dedicado a la Guerra Civil española y la postguerra, entre cuyas letras hay una dedicada a los maestros de la II República “que dieron su vida y su sangre por dar al pueblo conocimiento”, unas personas tan alejadas de lo que hoy el Gobierno andaluz de la Junta de Andalucía requiere de ellos.
Resulta que los maestros hoy tienen prohibido recomendar lecturas al alumnado, con la excusa de que las familias pueden no tener dinero para comprarlos, y eso generaría una inaceptable discriminación. ¿Dónde están las bibliotecas de los centros escolares? ¿y las bibliotecas municipales? ¿y las de la administración autonómica? Y... joder, que toda la vida nos hemos prestado libros unos a otros, y el mismo ejemplar lo lee el hermano mayor, y el siguiente y el siguiente, y de paso lo pueden leer los padres si es que no lo hicieron en su época.
La Junta de Andalucía tiene cuatro millones de euros para dárselos a Microsoft en el contrato que a sacado a concurso para comprar sistemas operativos (¿alguien duda que lo ganará esta empresa a la que ya tuvo que indemnizar por pirateárselo?) pero no para distribuir las obras cumbre de la literatura en castellano a los escolares en número suficiente para todas las bibliotecas públicas, o en establecer un sistema de descuentos para que los compren.
¿Cómo va un almeriense a sentirse animado a defender el Cortijo del Fraile si su maestro no le puede recomendar que lea “Bodas de sangre”?
Igual se trata de eso, de que como recuerda Barricada, “Iglesia y caciques los prefieren analfabetos”, hasta el punto de que el Centro de Estudios Andaluces, dependiente de la propia Junta de Andalucía, ha hecho público un informe en el que destaca que los libros de texto de segundo de la ESO obvian la historia de nuestra tierra, y que sólo aparecen algunas leves referencias al Estatuto de Autonomía. Claro, es mejor que no sepan, que sean aculturizados, que no sepan de donde vienen ni a dónde van, que así como los borregos van al matadero los andaluces van a las urnas.
Pero curiosamente, esos maestros que se rompen la camiseta en defensa de la educación pública callan cuando los resultados académicos en Andalucía son desastrosos, o cuando como es el caso, se les niega el derecho a recomendar libros, a imponer la lectura de novelas y poemarios de prestigio universal, que les llevarán a conocerse a sí mismos y al mundo que les rodea, a vivir la pasión de la fantasía.
Andalucía es una de las comunidades autónomas en las que menos se lee, y está claro que el Gobierno de Susana Díaz pretende que siga así... hasta que la historia de la literatura pueda ser reescrita y en ellas todos los textos glorifiquen el triangulo de las dos cúpulas.
Vaya, eso suena a 1984... pero como seguro que no lo vayan a comprar, que es un gasto absurdo, que igual les ayuda a comprender muchas cosas y eso no es conveniente.
(“Lo que entierran no son huesos, son las semillas que van creciendo”)