Juan Megino | Domingo 30 de noviembre de 2014
En el año 2011, próximos a los estertores de la segunda Legislatura del Sr. Rodríguez Zapatero, éste pactó con el Sr. Rajoy, una reforma urgente de la Constitución introduciendo en la misma el artículo 135. En ese momento, la coyuntura económica era de tal gravedad, en una situación próxima al rescate por parte de nuestros socios europeos, que fuimos obligados a aplicar lo que debía ser una obviedad, pero que no lo era hasta ese momento: La aplicación del principio de estabilidad presupuestaria de obligado cumplimiento para todos los países y todas las Administraciones.
Lo básico del artículo 135 es que, a partir de su aprobación, todas las Administraciones están obligadas a controlar su déficit presupuestario, es decir, a no gastar más de lo que ingresan, bajo estrictos controles para vigilar su cumplimiento.
La gravedad del momento y el rápido consenso alcanzado por los dos grandes Partidos, determinó la aprobación de ese artículo por una abrumadora mayoría en las Cámaras legislativas.
Entre los votantes a favor, se encontraba el entonces culiparlante Sr. Sánchez, actual Secretario General del PSOE, el cual acaba de tener la insólita idea de que derogaría dicho artículo si llegara a gobernar. Es verdad que la coherencia no suele ser una de las mayores virtudes de los políticos, pero en este caso, la sola insinuación por parte del Sr. Sánchez, no sólo es incoherente sino irresponsable, so pena de que quiera que volvamos a alcanzar el nivel de insolvencia de entonces y que puso en grave riesgo el futuro de nuestro país en clave económica.
Esta peligrosa deriva del PSOE o de su Secretario General, que a veces no es lo mismo, puesta también de manifiesto esta semana en el debate parlamentario sobre las medidas anticorrupción propuestas por el Gobierno, indica la poca talla política del Sr. Sánchez en temas que claramente son problemas de Estado, indicando, además, una pésima visión de la realidad política y social que vive España, lo que contribuye a aumentar el distanciamiento de los ciudadanos de los Partidos hegemónicos, dando alas a populismos oportunistas, un tanto aventureros, pero que continúan calando en una sociedad en gran parte desfondada, desilusionada y sin grandes esperanzas en un futuro mejor.
La aplicación del artículo 135 fue oportuna y necesaria, pero continúa siéndolo y sólo la ceguera de algunos puede empezar a cuestionarlo. Ojalá que los compañeros socialistas del Sr. Sánchez, muchos de los cuales votaron a favor como él, sean más sensatos y consecuentes y consigan convencerlo de su profundo error, en el caso de que, llegado el momento, merezca ser el candidato del PSOE en la próximas elecciones generales.